En los orígenes de la religión sintoísta no se precisaba de ninguna entidad arquitectónica para llevar a cabo los ritos de culto. Todas las ceremonias se realizaban al aire libre. El chaman o sacerdote determinaba el lugar sagrado, el cuál era delimitado con cuerdas o shime nawa. La cuerda será un elemento asociado al sintoísmo desde sus inicios. En esto lugares sagrados se construían dependencias o daijo-kyu que eran destruidas una vez finalizaba la época de los ritos.
No será hasta el período Kofun cuando se comiencen a construir dependencias o santuarios de carácter permanente. Aunque algunos de estos templos conservarán la tradición de la construcción y destrucción. Como el santuario de Ise que aún hoy conserva esta tradición. Los tres templos más importantes del sintoísmo actualmente son los templos de Ise, Izumo y Sumiyashi
Todos los templos sintoístas mantienen las mismas características esenciales:
-El recinto delimitado por una cerca de madera o bambú e incluso en ocasiones con base de piedra, originariamente por el shime nawa, que marca el espacio de veneración.
-A los templos se accede por el torii o entrada del santuario y símbolo del sintoísmo.
-La presencia permanente del papel blanco, símbolo de pureza.
-El santa santorum denominado hoden o shoden, dependencia en cuyo interior se encuentra el shintai u objeto sagrado donde el kami o deidad se hace presente a los hombres cuando es invocado.
-La sala de ofrendas y la sala del tesoro.
La tipología del templo sintoísta encuentra su origen en los almacenes del período Yayoi, de la prehistoria japonesa. Que con el paso del tiempo se convirtieron en la casa del jefe local, quién no solo ostentaba un poder de carácter político sino también religioso. Por lo que cuando se comenzaron a establecer santuarios permanentes se tomó como ejemplo el edificio de mayor rango, donde ya se realizaban ritos religiosos. El santuario sintoísta evolucionó con dos tendencias muy marcadas. La primera arquitectura sintoísta, hasta la primera mitad del siglo VI d.C., donde sólo se emplean materiales vegetales, madera, hierba kaya y miscanthus para cubrir los tejados. Se observa una ausencia total de barniz o policromía. Existe un respeto absoluto por las características naturales de los elementos. Predominio de la línea recta, la simplicidad estructural y la ausencia de ornamentación. A partir del siglo VI, se observa una marcada influencia de las tendencias chinas. Se incorporan nuevos materiales de construcción, como la teja o el ladrillo de barro cocido. Comienzan a utilizarse pigmentos, con predomino del color rojo que se creía que ahuyentaba a los malos espíritus. Además se comienza a dotar de cierta complejidad estructural a los edificios, se introduce la línea curva y se aplican ornamentos. Un ejemplo típico de este período será el templo Itsukushima-jinja del período Heian.
Bibliografía| Lanzaco Salafranca, F., Introducción a la cultura japonesa. Pensamiento y Religión. Valladolid, Univ. de Valladolid, 2000. Dave Meler, Arte Japonés, el arte de los sentidos. Zaragoza 2014.