Cuando hablamos de Saqqara nos referimos a una de las necrópolis egipcias pertenecientes a la ciudad de Menfis, situada al norte de Egipto. Destaca, sobre todo, por ser el emplazamiento de la pirámide escalonada del faraón Zoser (III dinastía), pero en ella se pueden encontrar enterramientos que datan desde la I dinastía egipcia hasta enterramientos romanos, contando además con numerosos enterramientos de animales.
El conjunto monumental de Zoser en Saqqara fue construido en torno al año 2650 a.C. y diseñado por el arquitecto Imhotep. Su trazado general, lleno de edificios individuales, probablemente fuera una traducción de la arquitectura civil de la ciudad. Mientras que de la época prehistórica sólo quedan algunas fuentes secundarias y pocas evidencias, éste conjunto se mantiene hasta nuestros días, por lo que es considerado por muchos el inicio de la gran arquitectura funeraria egipcia. Pero realmente, el conjunto diseñado por Imhotep está basado en las tumbas de Abydos y los recintos para el culto de las llanuras, pues unificó ambos elementos construyéndolos en piedra.
El recinto está rodeado por un muro de unos diez metros de altura con nichos que puede simular la muralla de adobe que rodeaba la ciudad de Menfis, pero que ahora está construido por pequeños bloques de piedra. Consta también de varias puertas falsas y una fachada que imita la entrada al palacio del faraón en Menfis. A través de la puerta de entrada se accede a un pasadizo estrecho que desemboca en una sala hipóstila (llena de columnas). Dentro de él se encuentran distintas capillas y templos y un espacio destinado a la celebración del jubileo o sed. En el centro del complejo se encuentra la famosa pirámide escalonada, revestida de piedra caliza blanca y de unos sesenta o setenta metros de altura y una base rectangular de 118 x 140 metros de lado. En el interior, su estructura se asemeja a la de una mastaba (construcción con forma de pirámide truncada): es una estructura de piedra que recuerda a las construcciones de adobe en las que vivían los egipcios. El exterior, formado por seis escalones de piedra (seis mastabas superpuestas), es un desarrollo de los túmulos que servían como enterramiento en la época anterior y que son característicos de muchas civilizaciones o culturas prehistóricas. Además, parecen simbolizar una escalera que ayudaría al faraón a subir al cielo. Debajo de la gran estructura se encuentra una serie de pasadizos, algunos de los cuales imitaban las estancias del rey en el palacio.
Tanto el muro del recinto como la pirámide están construidos con pequeños bloques calcáreos y las técnicas o formas de construcción están basadas en la arquitectura de adobe y ladrillo que se practicaba en las ciudades egipcias y no en la arquitectura en piedra.
El resto de edificios parecen imitar los edificios civiles de Menfis o los edificios para el culto de los enterramientos de Abydos. Algunos de ellos tenían una función determinada, pero otros eran falsos, tratándose de simples bloques macizos de piedra. Además, muchos elementos imitan las construcciones en materiales perecederos, como las columnas que imitan troncos de árbol o haces de junco, o incluso vallas de madera construidas realmente en piedra.
El templo funerario se encuentra en la cara norte de la pirámide, frente a un gran patio donde hay un altar y varios almacenes subterráneos. En ese mismo lado se encuentra la cámara conocida como serdab, una cámara cerrada con dos pequeños agujeros que guardaba una estatua del faraón (la primera gran estatua esculpida en piedra que conocemos). Las capillas que se sitúan a cada lado del patio de ceremonias son una imitación de las tiendas erigidas para los dioses locales en las celebraciones reales.
Pero la pirámide escalonada no es la única tumba del faraón, sino que hay otra tumba sur de la que se desconoce su función.
El rey, enterrado en una cámara de granito y yeso muy por debajo de la pirámide escalonada, se encuentra representado en numerosas estatuas en distintas partes del recinto, siempre ataviado con la túnica de ceremonia típica de las celebraciones.
Imhotep, el arquitecto de este conjunto, llegaría posteriormente a ser venerado como héroe, santo e incluso como dios.
BIBLIOGRAFÍA:
– WILDUNG, D.; Egipto. De la prehistoria a los romanos; Taschen; 2004
– HAWASS, Z.; El reino de los faraones; RBA; 2006