Me llamo Manuel, aunque todos me llaman Manolín. Tengo siete años y según mi padre soy el niño de los por qués. No sé muy bien porque me lo dirá… creo que será porque me gusta preguntar el por qué de las cosas. Soy muy curioso y no dejo que una duda se pose en mi cabeza por mucho tiempo. Todos mis por qués los pregunto, y siempre acudo a mi padre. Él es quien tiene más paciencia…mi madre se desespera y me manda a freír espárragos. ¡Nunca he entendido porque los padres se enfadan tanto cuando los niños preguntamos por qué! ¡Será que no lo entendemos! Mi madre se piensa que lo hago por fastidiar, pero no, nada de eso. Lo hago para saber más. ¡De mayor tengo claro lo que quiero ser! ¡Historiador! Para responder todos los por qué de la historia. Es por esto que cuento mi experiencia en iHistoriArte, también para que los papás no se enfaden cuando sus hijos les pregunten el por qué. Ojalá la respuesta de mi padre sirva a otros papás para responder a sus hijos y no los manden a freír espárragos.
Esa misma tarde habían hablado en el telediario sobre los tres poderes que existen en la sociedad. Decían algo así como que la división entre ellos casi no se veía. Me quedé pensativo porque no entendía ni que eran los tres poderes, ni cómo se podían dividir. Como siempre, le pregunté a mi papá que sabe un rato de estas cosas
–“Papá, ¿Por qué se puede dividir el poder?”
Mi padre Manolo, me miró raro como si le hubiera preguntado algo de otro planeta. Pero yo seguí preguntando ¿Cuáles son los tres poderes? ¿Cómo se dividen? ¿Quiénes son? Al final, mi padre me sentó en el sofá azul del salón y me contó de qué estaba hecho el poder. Aunque, antes de responder, respiró profundo y empezó a hablar.
-“El estado está dividido en tres poderes. Uno es el legislativo, otro el ejecutivo y el tercero, y no menos importante, el judicial”- Empezó mi padre.
-“Ajam”- respondí con cara de interesante. –“¿Pero por qué son tres? ¿Y qué hacen estos poderes?”- volví a preguntar.
– “¡Ay, el niño de los por qués?”- Dijo mientras miraba al cielo en busca de alguien. –“Creo que me voy a hacer primero la merienda y cuando venga tendremos una interesante charla, ¿de acuerdo?”- Dijo mi padre, mientras yo asentía con la cabeza y la mente se me llenaba de mil preguntas.
A los pocos minutos, volvió con dos bocadillos. El mío, como siempre era de chocolate y el suyo de pavo ¡puaj, que asco. No me gusta nada el pavo, no sabe a nada! Se sentó y empezó a contarme la historia de los tres poderes:
-“Como te he dicho el primer poder es el legislativo, que es quien hace las leyes. El segundo, el ejecutivo, quien se encarga de llevarlas a cabo. Y el judicial, el tercero, es el que vigila que las leyes se cumplan”- Sentenció.
-“Sí, papá muy bien…pero ¿quiénes son esos señores? ¿Existen? ¿Y realmente que hacen?”- Yo ansiaba que me contara todo, sin dejarse una coma.
-“Sí, Manolín, claro que existen. Los que hacen las leyes son los senadores y los diputados. Los primeros trabajan en la Cámara Alta: el Senado. Y los segundos en la Cámara Baja: el Congreso de los Diputados. Los que ponen en práctica las leyes, son los Gobiernos. En este caso el presidente del Gobierno. Y quien se encarga de su cumplimiento, es como no, el Consejo General del Poder Judicial formado por los jueces, que aplicarán sanciones si fuera necesario.”-
-“¿Y por qué dicen que se dividen? ¿Se dividen como hago yo con los números en matemáticas?»-Volví a preguntar.
-“Jeje”, se rió mi padre. “No se dividen como los números. Eso quiere decir que, en teoría, cada uno de los poderes es único e indivisible. Es decir, que cada poder es independiente a los otros.”-
-“¿En teoría? ¿Qué es en teoría?”- Me quedaba la duda.
-“Quiere decir que la realidad no es como lo dicen los libros”- volvió a sentenciar.
-“Ah, vale pero ¿y esto ha sido así siempre, papá?”- Repliqué.
-“No, Manolín. Este sistema nació a raíz de la crisis económica de 1929, cuando cambió el funcionamiento del Estado. Y Montesquieu fue uno de los padres de los tres poderes.”- Empezó a explicar mi padre.
-“¿Y quién es Montesquieu?”- pregunté
-“Montesquieu fue un filósofo y pensador político francés que vivió en el siglo XVIII durante la época de la Ilustración.”-
-“¿Qué es la Ilustración, papá?”-
-“La Ilustración o el Siglo de las Luces es el momento de mayor resplandor de la humanidad. ¿Por qué?”- Preguntó él mismo, mientras yo le miraba con cara de expectación. –“Porque en la Ilustración la razón fue el principal motivo para hacer las cosas. Era el principal por qué.”-
-“¿El por qué?”-pregunté lleno de curiosidad.
-“Sí, el por qué. La razón, el pensamiento. Los hombres de aquélla época se dieron cuenta que con la razón podían combatir la ignorancia, superstición y la tiranía. Y así construir un mundo mejor”.
-“Entonces, papá Montesquieu fue el hizo los tres poderes?”-
-“No, Manolín, Montesquieu fue quien bautizó el nombre de los tres poderes. Y lo hizo en su libro que se llama “El Espíritu de las Leyes”-
-«¿Te acuerdas, Manolín de los tres poderes? A ver, cuéntamelo para saber que te has aprendido la lección de hoy»- Dijo mi padre poniéndose las gafas.
-“Sí, me lo sé. El poder legislativo, los señores senadores y los diputados hacen las leyes. El señor presidente del Gobierno,el poder ejecutivo hace que se ejecuten y el poder judicial, los jueces, ponen castigos si no se cumplen, no?”-
-“Sí, Manolín. Muy bien. ¿Y quién es Montesquieu?»-me preguntó mi padre casi con trampa.
-“Estos tres poderes, nacen del libro de Montes…¿qué? ¡Ay, ya no me acuerdo de este señor!”- Dudé
-“¡Montesquieu, Manolín, Montesquieu!”- Me repetía mi padre, mientras se reía de mi mala pronunciación del nombre.
-“Montesquieu, repetía yo como si fuera una canción. –“Vale, pero ¿y el Rey que da el mensaje de Navidad? ¿Dónde está? ¿Quién es? ¿No tiene ningún poder de éstos?”- Volví a preguntar de nuevo. Lo pregunté más que nada porque se me hacía muy raro que todas las Navidades tuviéramos que ver el mensaje del Rey que parecía tener mucho poder. Y en el momento que lo tenía que nombrar, se le olvida. Quería saber el por qué de ese despiste de mi padre.
– “El Rey de España, Don Juan Carlos I de Borbón es el jefe del Estado. Y está por encima de todos”-
-“¿También de los tres poderes?”- pregunté otra vez.
-“Sí, también. Él es como el árbitro del Estado, quien debe vigilar que todo marcha bien”- volvió a sentenciar.
-“Además, Manolín los tres poderes junto con la construcción de los Derechos Fundamentales, es uno de los principios que caracterizan el Estado de Derecho moderno. Y para que te quede clara la lección de hoy, te voy a presentar a Zamba, el niño que lo sabe todo.”- Me decía mi padre, mientras abría su ordenador y me enseñaba este vídeo:
[youtube http://www.youtube.com/watch?v=TVwfpeeNdFo?feature=player_detailpage]
-“Papá, me contarás ¿Por qué se son fundamentales eso derechos ? ¿Cuáles son, papá?”- Quise saber.
-“Eso Manolín, tendrá que ser para la siguiente merienda.” Sentenció mientras se levantaba del sofá para después ir a la cocina.
Me fui a jugar, aunque, como siempre mil dudas se quedaron en mi cabeza sobre esos derechos que me contaba mi padre. Tendría que esperar a la próxima merienda.
Fuentes| Montesquieu El Espíritu de las Leyes, laeditorialvirtual.com
Bibliografía| VV.AA, Constitución Española. Madrid 1978. Editorial: Secretaría General del Senado. Dirección de Estudios.
En colaboración con iHistoriArte| Pilar Cortes
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6 respuestas
Bienvenido Manolín, me encantan los niños curiosos y preguntones.
Seguro que formáis un buen equipo!!!!
Me parece una muy buena idea. Los niños podrían aprender mientras se divierten con este Manolín, su nuevo amigo, con buen «rollo».
Feliz andadura. Y mucha suerte!!!!!
Si creemos que todos hemos sido un ‘Manolin’ de pequeños!!!!
hola gracias por darme mucha informacion