Tras el Congreso de Viena de 1815 Italia había quedado dividida en siete estados: al norte Cerdeña-Piamonte, engrandecido como estado-tapón frente a Francia, Lombardía y Venecia bajo dominio austriaco; en el centro los ducados de Parma, Módena, Toscana y los Estados Pontificios; y al sur el Reino de las Dos Sicilias. Con marcadas diferencias económicas, sociales y políticas entre el norte y el sur.
El mayor obstáculo para la unificación de la península será la presencia directa del Imperio Austro-húngaro en el norte y los Estados Pontificios. En la génesis de la conciencia nacionalista italiana van a confluir las necesidades económicas, la presencia de figuras relevantes y el movimiento intelectual de la época: el Risorgimento. Los escritores románticos italianos ensalzarán la idea de la patria italiana, unida por la sangre, la religión, el idioma y la raza, en las obras de Gioberti, Balbo o Silvio Pellico. Junto al mundo de la ideas, los intereses comerciales y económicos encauzarán la conciencia de los estados del norte hacia la necesidad de la unidad, como medio para articular un mercado de dimensiones nacionales. Algunos sectores sueñan con un ‘Zollverein italiano’. En este marco histórico surgirán personajes clave que encarnarán el sueño de la unificación italiana desde distintas concepciones políticas. Figuras relevantes del risogimento como Cavour, Garibaldi, Mazzini o Victor Manuel.
Algunos historiadores creen que los movimientos revolucionarios de 1848 fueron clave para la toma de conciencia nacional. Mientras que otras corrientes historiográficas afirman que ‘la primavera de los pueblos’ sirvió para demostrar que Italia estaba muy dividida, cuestionando ese grado de concienciación. Tras las revoluciones del 48 en muchos estados italianos se suprimen las constituciones liberales. El Imperio Austro-húngaro mantuvo el estado de sitio en Lombardía hasta 1856. Fernando II, en Nápoles, instaurará un régimen que persiguió el liberalismo en toda la península. Tan sólo Cerdeña-Piamonte se mantiene fiel a la constitución.
Lo cierto es que único reino italiano integrado en el espacio económico-industrial europeo será Cerdeña-Piamonte. En torno al cual se va a articular la unificación. Cavour se encargará de modernizar el reino política y económicamente. En el terreno económico será capaz de reunir capital extranjero que le permitirá en menos de diez años duplicar el volumen de bienes de consumo, y dotará al reino de la mayor red de ferrocarriles de Italia. En 1869 Cerdeña-Piamonte posee la mitad del capital social de la península italiana. Se introducirán transformaciones en la agricultura con la intensificación de cultivos y el uso de maquinaria. Cavour convence a ingleses y suizos para que inviertan en la construcción del ferrocarril. Para lo que se contrata mano de obra barata del sur. Se consolida así una burguesía muy dinámica que aspira a la reducción de los aranceles y sueña con conquistar la unidad peninsular. Para lo que cuenta con el apoyo del gobierno y la prensa.
Uno de los personajes clave de este pensamiento será Mazzini, que ya en las revueltas del 48 había proclamado la república italiana. El objetivo de este revolucionario era el de la formación de una república por voluntad popular capaz de expulsar a los austriacos del norte. Por lo tanto el primer objetivo del reino piemontés será el de expulsar al opresor austriaco. Pero Cavour sabía que no tenían capacidad militar para ello. Para lo que se atraerá el apoyo de la Francia imperial en la ‘entrevista de Plumbiers’ de 1858, a cambio de la cesión de Niza y Saboya. La guerra contra los austriacos estalla un año más tarde, tras las victorias de Magenta y Solferino se libera gran parte del norte de Italia, a excepción del Venetto que quedará bajo el yugo del Imperio.
A partir de 1860 la expansión del reino piamontés se centra en el sur, hacia los ducados centrales. Con el apoyo de una serie de motines se expulsó a los soberanos de Parma, Módena y Toscana que aprobaron su unión con Cerdeña-Piamonte. A estos movimientos se unió desde el sur Garibaldi y su ejército de ‘camisas rojas’. Que tras la toma de Palermo cruzará el estrecho y conquistará Nápoles. En 1861 Victor Manuel se proclama rey de Italia, con la excepción de Venetto, que se incorporará en 1866 a raíz del conflicto bélico entre Prusia y Austria, y los Estados Pontificios. La incorporación de Roma se hará con la oposición de Napoleón III que se verá obligado a retirar sus tropas de la capital italiana a causa del conflicto franco-prusiano. Aunque el Papa y algunos estados europeos (entre ellos España) se negaron a aceptar la anexión.
En 1871 Italia será un reino unificado con capital en Roma, regido por una monarquía constitucional. Bajo control austriaco quedará la ‘Italia Irredente’ que no se recuperará hasta el final de la I Guerra Mundial.
Bibliografía| Candeloro, G., Storia dell’Italia Moderna: La cosntruzione dello stato unitario, 1860-1871, Milán, 1976. Greenville, J.H.S., La Europa remodelada, 1848-1878. Siglo XXI, Madrid, 1971.
En colaboración con iHistoriArte| Dave Meler
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