Más de un siglo después de su descubrimiento en la tumba de una mujer del siglo IX, un anillo grabado ha revelado evidencias de estrechos contactos entre los vikingos escandinavos y el mundo islámico durante la Edad Media. A algunos de nosotros escuchando esta noticia nos viene a la memoria la historia del Guerrero nº 13.
A finales del siglo XIX, durante las excavaciones para la construcción del centro comercial Brika en Suecia, se descubrieron restos de época vikinga. Entre los objetos recuperados se encontraba un anillo de plata del siglo IX. Hasta ahora se pensaba que la joya contaba con una amatista violeta grabada. Pero una inspección más cercana, con un microscopio electrónico de barrido, ha revelado que la presunta amatista es de color vidrio (un material exótico en el momento), según afirma el biofísico Sebastián Wärmländer de la Universidad de Estocolmo. Las investigaciones también han revelado una inscripción grabada en antigua lengua árabe dónde se puede leer «por Alá» o «Alá«.
Los pueblos escandinavos habían comerciado con objetos de vidrio de lujo procedentes de Egipto y Mesopotamia desde hace más de 3400 años. Por lo que no sería de extrañar, que los vikingos procedentes de Escandinavia durante la Edad Media hubieran adquirido artículos de vidrio de los comerciantes islámicos en la misma parte del mundo más de 2.000 años después. En lugar de esperar a que tan deseadas piezas llegasen al norte de Europa a través de las redes comerciales contemporáneas.
Diversos textos antiguos mencionan encuentros entre los pueblos escandinavos y miembros de la civilización islámica procedentes del Mediterráneo hace más de 1000 años. Hay que tener en cuenta que el Islam se extendía desde Asia occidental a tierras mediterráneas. Las evidencias arqueológicas apoyan estas teorías, sin embargo, son poco frecuente.
La superficie interior del anillo de plata procedente del yacimiento de Birka apenas muestra signos de desgaste. De hecho, presenta todavía las marcas propias que se efectúan en la etapa final de la producción. Para los investigadores, esto sugiere que el anillo hecho por un orfebre árabe había tenido pocos o ningún dueño antes de que acabara en las manos de la mujer vikinga.
Fuentes| ScienceNews, Archeology