Dice el refrán que «de los cerdos se aprovechan hasta los andares», y digo yo: «de las vacas hasta las enfermedades.»
Tal afirmación merece una explicación.
Bien es sabido que las vacas nos dan leche y carne, hasta aquí llegamos todos, también utilizamos su piel como cuero. Pero quizás no es sabido por el gran público que una enfermedad de las vacas fue aprovechada en nuestro beneficio y supuso una de las revoluciones médico/sanitarias más importantes hasta nuestros días. Hablo de las tan famosas vacunas.
Huelga decir que vacuna proviene de vaca, porque fue gracias a ellas se desarrolló la primera vacuna.
Viajemos a finales del siglo XVIII, 1796, para descubrir está historia que cambió el destino de la humanidad e hizo que millones de personas sobrevivieran a una muerte segura y prematura.
En la historia nos gusta hablar de malos malísimos que mataron a millones de personas, de guerras, batallas y muertes. Convertimos en héroes nacionales a personas que tuvieron mejores dotes para enfrentarse al enemigo y «vencer» o lo que es lo mismo: matar más y mejor.
Demos tiempo y espacio a VERDADEROS HÉROES que salvaron millones de vidas y buscaban un beneficio común y no una victoria personal.
Ahí va la historia de la primera vacuna:
Edward Jenner es un científico inglés, que nació en 1749.
Por aquel entonces la viruela era una enfermedad que sufría el 60% de la población y un 20% no la superaba.
Era sabido en la época, que las lecheras no sufrían los efectos más graves de esta enfermedad. Jenner sospechaba que al estar expuestas a la viruela bovina por su trabajo, debían haber desarrollado algún tipo de inmunidad frente a la viruela humana.
Para demostrar esta teoría, Jenner realizó un experimento que a día de hoy violaría todos los límites éticos que existen en medicina e investigación experimental moderna.
Jenner utilizará a un niño de 8 años, James Phipps, como conejillo de indias para llevar a cabo sus ensayos médicos.
El experimento consistía en raspar las ampollas de viruela bovina de una lechera, Sarah Nelmes, para posteriormente inoculárselo al joven Phipps.
Jenner pensaba que al estar expuesto a la viruela bovina, más leve que la humana, a través del pus de las ampollas de la lechera Sarah, el niño desarrollaría una inmunidad igual a la que tenían las lecheras a la viruela humana.
James sufrió fiebre y malestar. El siguiente paso era comprobar si tenía inmunidad. Para ello se expuso a nuestro querido niño directamente a la viruela humana por una técnica llamada valorización.
Hasta la invención de la vacuna era normal entre clases pudientes, en un intento de no desarrollar los efectos más graves de la enfermedad, espolvorear restos de costras de viruela sobre heridas abiertas. Posteriormente se aislaba a la persona y se esperaba, si todo iba bien, a que desarrollase una versión leve de la enfermedad.
¡¡¡SPOILER ALERT!!! No siempre salía bien.
Por suerte James Phipps no sufrió ningún tipo de efecto y Edward Jenner demostró la inmunidad a la enfermedad. Se había inventado la primera vacuna.
Edward Jenner es una de las personas que más vidas ha salvado en la historia de la humanidad.
Hay que decir que la palabra vacuna la acuñó otro gran nombre de la ciencia Louis Pasteur en 1881, como homenaje a los estudios de Edward Jenner sobre la viruela y su uso para crear inmunidad. Pasteur propuso el nombre de ‘vacunación y vacuna’, ya que gracias a la audacia e inteligencia de este caballero inglés se consiguieron salvar millones de vidas y erradicar la viruela del mundo en 1980.
A día de hoy las vacunas son una de las herramientas más eficaces para evitar enfermedades y muerte prematuras.
Autor | Eric Page
Imágenes | W. Commons
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