¿Mito o verdad?
El Santo Cáliz de la Catedral de Valencia
Un viaje fantástico por el pasado part.(2/2)
El Itinerario del Cáliz
Aunque como ya dijimos anteriormente, existen algunas controversias acerca de los primero pasos de la reliquia, nos limitaremos a establecer el itinerario mejor atestiguado y más aceptado por los expertos.
San Lorenzo Crédito: Wikipedia Commons |
Tras la muerte de María, San Pedro se hizo con la custodia de tan insigne reliquia, en su calidad de cabeza visible de la Iglesia. Llevándola consigo a su llegada a Roma en la primera mitad del siglo I. La copa permaneció en manos de la Iglesia hasta el año 258, cuando el emperador Valeriano inició una campaña de persecución y represión del cristianismo. Por aquel entonces el prelado de la Iglesia era el papa Sixto II. El cuál, antes de morir martirizado junto a sus diáconos, nombró a San Lorenzoencargado de preservar los bienes de la Iglesia. Según cuenta la leyenda, el diácono Lorenzo ante el asedio al que estaban siendo sometidos en Roma los cristianos, entregó el Santo Cáliz a un soldado de origen toledano –procedente de la ciudad de Hippo en Carpetanea– llamado Precelio. Quién debía transportar la reliquia hasta Hispania, a una localidad cerca de Osca –actual Huesca– llamada Loret o Loreto. Donde, supuestamente, residían los padres del santo. Aunque sobre ésta cuestión existe cierta controversia, que debido a la escasa documentación resulta difícil aclarar. La hipótesis parece respaldada por unos frescos hallados en Roma que desgraciadamente desaparecieron, durante la II Guerra Mundial.
A la sagrada copa le acompañaba una carta dirigida a sus padres, Orencio y Prudencia. De la que no se conserva vestigio alguno, tan sólo su mención en algunos documentos de época medieval. Una vez allí, la reliquia se mantuvo a salvo del acoso pagano hasta mediados del siglo VI. Momento en el que sería traslada a Huesca, disipado ya el fantasma de las persecuciones, se instalaría allí la sede del primer obispo oscense Vicencio –en el año 553–. Lo que coincide con el hecho comprobado de que las primeras iglesias de la ‘ciudad vencedora‘ se construyeron no antes del siglo IV. Y que serían consagradas a San Pedro y a San Lorenzo, por lo que no es descabellado pensar que la primera se llamó así en honor al primer depositario del Santo Cáliz. Y la segunda lleva el nombre del insigne ‘tesorero’que la salvó.
La reliquia permanecería en la ciudad hasta el siglo VIII, cuando la invasión musulmana y la conquista de las ciudades del norte peninsular obligaron a cambiar la de sede. Y aquí comenzará un largo periplo de tres siglos por las valles del Pirineo oscense, que darán lugar a gran parte de las leyendas medievales, así como a la construcción de lugares de peregrinación, que todavía hoy son visibles.
Primero Yebra de Basa, allí se conserva el conjunto arqueológico de Santa Orosia, donde se fraguó la leyenda del obispo Acisclo y la bella Orosia perseguidos por los musulmanes. Cuenta la historia que fueron perseguidos y acosados por los musulmanes. Obligados a refugiarse en las cuevas del monte Otruria, hicieron frente a sus perseguidores y fueron martirizados. Dice el romancero popular, que allí donde cayó la cabeza de la santa brotó la fuente que, aún hoy, se conserva.
San Adrián de Sasabe Crédito: Wikipedia Commons |
Desde allí las reliquias sagradas fueron transportadas hasta San Pedro de Siresa, en el Valle de Hecho, desde donde se gobernó la iglesia aragonesa (815-831). Posteriormente la sede del obispado fue trasladada al monasterio de San Adrián de Sasabe, donde residió más de cien años (831-1014). Se considera probada la presencia de la reliquia en dicho lugar por la presencia de una losa con la imagen del cáliz, allí donde fue venerado. Otros destinos de la itinerante sede episcopal y por lo tanto de la santa copa, fueron Bailo (1014-1045), la Catedral de Jaca (1045-1071) y finalmente San Juan de la Peña (1071-1399), donde permanecerá oculto hasta el siglo XIV.
Éste último será asociado con el ‘Montsalvat’ de las leyendas franco-alemanas del Santo Grial (Cristián de Troyes o Robert de Boron, siglo XII-XIII). Las cuáles enlazan con el ciclo artúrico y las leyendas de Parsifal o Parcival que servirán de inspiración para una de las obras maestras del genio Ricardo Wagner.
Carta de Martín I Crédito: catedraldevalencia |
En este momento iniciará el trayecto final hasta su ubicación actual. Trasladado hasta la capilla de San Martín, en el primer patio del palacio de la Aljafería en Zaragoza, por orden de Martín I. Tras una breve estancia pasó a la residencia real del monarca en Barcelona. Momento en que la Corona se verá obligada a enajenar parte de sus bienes, a cambio de subsidios por parte de la Iglesia, para financiar sus campañas bélicas. Por lo que entre otras posesiones, el Cáliz será trasladado hasta la Catedral de Valencia el dieciocho de marzo de 1437, por orden de Alfonso V de Aragón y Cataluña.
Y ya no se moverá de allí, salvo con un par de excepciones. En el siglo XIX ante la inminente llegada de las tropas francesas a Valencia, el canónigo Pedro Vicente Calvo será el encargado de custodiar los tesoros de la catedral hasta Mallorca. Desde el dieciocho de marzo de 1809 hasta el ocho de septiembre de 1813. Durante dicho periodo, el señor Calvo se vio obligado a evitar en varias ocasiones que los tesoros de la Iglesia fueran destruidos ante la imperiosa necesidad de metales preciosos para la acuñación de moneda. De los cincuenta y dos cajones repletos de joyas y reliquias que salieron de Valencia, en 1812, tan sólo quedaban diecinueve. Y aunque hubo intentos por parte de los comisionados económicos para incautarse de la pedrería del Santo Cáliz, el canónigo escribiría lo siguiente:
San Juan de la Peña Crédito: Dave Meler |
«De la antigua opulencia no quedaron más vestigios que la apariencia de la pedrería; digo apariencia porque la mayor parte de las piedras son falsas y las pocas verdadera están casi todas sin labrar; esto es lo que vieron y me dijeron los plateros de la Fábrica de Moneda, cuando a presencia mía los arrancaron y quitaron sus engastes.»
Relación del canónigo Pedro Vicente Calvo, fol. 80vto.
Ya en el siglo XX, tras el estallido de la guerra civil española, ante la fiebre destructiva que sufrieron los templos valencianos a manos del bando republicano en los primeros momentos de la contienda, el consejo de la catedral decidió poner a salvo la reliquia. La cuál fue encomendada en custodia una feligresa llamada Marina Sabina Suey Vanaclocha. Que fue escoltada, mientras transportaba el objeto envuelto en un periódico, por dos clérigos disfrazados hasta su casa donde guardó la copa.
Poco más tarde las tropas republicanas entraban el recinto sacro, provocando su incendio. Incendio en el que se perdería para siempre el pedestal de plata del Santo Cáliz, compuesto por cuatro ángeles arrodillados que sujetaban la copa.
Retablo del Santo Cáliz Crédito: catedraldevalencia |
Todos los esfuerzos realizados por los republicanos, por conseguir la reliquia, fueron inútiles. La reliquia salió indemne de los registros y hasta e la recompensa que ofrecía un grupo judío de Ámsterdam –100000$–. El cáliz permaneció escondido primero en el guardarropa del domicilio de María Sabina, después bajo una losa, posteriormente en casa de su hermano y finalmente transportado hasta el pequeño pueblo de Carlet. A veinticinco kilómetros de Valencia, donde permaneció hasta el final del conflicto.
El nueve de julio de 1939 volvió de nuevo a la catedral valenciana, y aunque ocasionalmente ha sido trasladado con motivo de su centenario, ha permanecido allí hasta nuestros días.
Bibliografía| Beltran, A., Estudio sobre el Santo Cáliz de la Catedral de Valencia.
Olmos Canalda, E., Cómo fue salvado el Santo Cáliz de la cena. Rutas del Santo Cáliz desde Jerusalén hasta Valencia.
En colaboración con iHistoriArte| Dave Meler