El 18 de agosto de 1936 asesinaron a Federico García Lorca. Por fortuna, ahora España se encuentra en una situación menos beligerante -y no menos reivindicativa- que en aquel entonces, cuando los hermanos empuñaban sus armas abanderando unos ideales políticos que, en la mayor parte de las ocasiones, ni siquiera habían tenido la oportunidad de elegir. Pero sí. Le pese a quien le pese el poeta, prosista y dramaturgo español fue asesinado. A pesar, incluso, de ciertas editoriales infantiles, que han traicionado la memoria histórica disfrazando la realidad en aras de sustituirla por mentiras piadosas que enmascaren algunos crímenes de guerra y exilios a niños que apenas comienzan a pensar por sí mismos, con ánimo de evitarles una supuesta forma de violencia a la que ellos solos van a acceder a través de cualquier otro medio de comunicación.
El señorito granadino perteneciente al movimiento artístico literario denominado Generación del ’27 contaba con 38 años de edad cuando, a tenor de algunas fuentes, le mataron junto a un olivo que unía las localidades de Viznar y Alfácar acusándole de ser espía de los rusos, secretario de Fernando de los Ríos y homosexual. Razones ineluctables suficientes para apretar el gatillo a las puertas de la Guerra Civil española. Razones teóricamente justificadas, aun no habiéndose afiliado a ninguna de las ramas políticas existentes y conociendo al fundador de la Falange Española y amante de la poesía, José Antonio Primo de Rivera.
En este artículo no voy a entrar a hablar de lo injusto de que el ser humano tenga la capacidad de secar un fontanal de arte que se le supone inextinguible. Tampoco de los misterios que envolvieron su desaparición y fusilamiento, desde las diferentes versiones que esconden el dónde llegando al porqué de las mismas. No pretendo contar si Miguel Hernández le hizo sombra con su estilo de hombre de campo, se interpuso en su amistad con Ramón Sijé o se metió con su inclinación sexual provocando una enemistad manifiesta. El crimen fue en Granada, le dedicó Antonio Machado en 1937. El crimen que acabó con su vida, pero no con su obra.
El trabajo del escritor
El polifacético autor escribió una docena de obras de teatro retadoras para la etapa en que vivía, entre las que destacan la conocida Casa de Bernarda Alba (centrada en la vida de una mujer viuda y sus hijas, a las que tiene enclaustradas), Bodas de Sangre (en la que se dedica a la vida y la muerte a través de mitos, leyendas o paisajes ) o Yerma (respecto a una mujer que no puede tener hijos). Asimismo, editó nueve libros de poesía como Poeta en Nueva York (en el que expone su decepción ante la frígida e insondable ciudad de los rascacielos), el diván de Tamarit (inspirado en las colecciones de la antigua lírica arábiga-andalusí) o la Oda a su amigo el pintor Salvador Dalí. En paralelo y entre otros muchos proyectos, Federico García Lorca codirigió el grupo teatral universitario ambulante La Barraca durante la Segunda República, dedicado a representar obras del Siglo de Oro como las de Calderón de la Barca, Lope de Vega o Miguel de Cervantes.
Sin embargo, de todo su trabajo en 1928 publica la que, para mí, es una de sus obras cumbres: el Romancero Gitano, compuesto por dieciocho poemas dedicados a la muerte, a la luna, al cielo y a la noche. En él recurre a dos temas que marcan su existencia: la muerte y a la incompatibilidad de la raza gitana y la sociedad burguesa elevando al gitano a la categoría de mito literario bajo influencias como el pensamiento popular, la propia psicodelia de Salvador Dalí y la musicalidad del compositor Manuel de Falla, cuyas melodías se siguen representando en la actualidad (no hace mucho, el auditorio de San Lorenzo del Escorial propició la interpretación del Amor Brujo y su maravillosa canción del Fuego Fatuo mecidas al ritmo de Estrella Morente). Además, mientras que su influjo por el Góngora más conceptista es considerable manejando metáforas que establecen una íntima frontera entre realidad y ficción a través de elementos puramente sensoriales, en su lírica condensa conceptos y expresiones consiguiendo en su obra las pinceladas que Goya obtiene en obras como el óleo la Lechera de Burdeos. Pincelada a pincelada, palabra a palabra, adentra al lector en un todo que de forma aislada no ha de llegar a comprenderse, si no es en el conjunto del poema e incluso del libro.
Esta obra maestra no es cualquier cosa. Lorca pretende en ella exponer el choque cultural a través del misticismo y la metáfora, haciendo uso de elementos retóricos que suponen un presagio para el lector ante lo que va a acaecer. Por poner algunos ejemplos, los objetos metálicos, la luna y el verde, significan muerte y adentran al lector a través de efímeros destellos en un mundo siniestro donde la pesadumbre, el pesimismo y la soledad hacen mella. Las rosas significan sangre virgen, el caballo es la pasión desenfrenada que conduce a la muerte. La luz, el color blanco y el agua reconocen vida. La mujer, especialmente la mujer gitana, es un tema apasionante para el escritor, presentada generalmente de forma detallada tanto psíquica como físicamente mientras que la figura del hombre se pone de manifiesto como un ser pasivo apenas descrito.
Merece la pena desmembrar los romances que incluyen este manuscrito magistral: Romance de la luna, luna; Preciosa y el aire; Reyerta; Romance sonámbulo; la Monja gitana; la Casada infiel; Romance de la pena negra; San Miguel; San Rafael; San Gabriel; Procedimiento de Antoñito el Camborio en el camino a Sevilla; Muerte de Antoñito el Camborio; Muerto de amor; Romance del emplazado; Romance de la Guardia Civil Española; Martirio de Santa Olalla; Burla de don Pedro a Caballo; Thamar y Amnón. Cada historia tiene vida propia. Empiezan in media res y tienen un final inacabado, narran una escena concreta dejando a criterio del lector respuestas a preguntas como por qué.
Es por ello que me gustaría, para profanos y afines, hacer un apunte concreto sobre el poema Romance Sonámbulo.
Romance Sonámbulo
La lírica es mucho más compleja y entretenida de analizar que la prosa, y nada mejor que el Romance Sonámbulo para apreciar la evidencia. No sólo se trata de una presentación, un nudo y un desenlace, sino un cúmulo de giros retóricos en los que se ha de tener en cuenta desde el tipo de rima (asonante o consonante), pasando por la estructura interna del poema, la localización, el contexto, hasta los recursos estilísticos empleados para expresar el mensaje en términos preciosistas. Sin embargo, este artículo no alberga las pretensiones de una clase de lengua y literatura sino un acercamiento al maravilloso enigmático universo lírico.
Este romance nocturno nos cuenta la trágica historia de una joven que ha estado esperando en su balcón a su amado, un gitano contrabandista que ha sido herido en una reyerta y que huye de la Guardia Civil junto al padre de la novia. Cuando llegan a la casa, descubren que ella se ha suicidado sobre el aljibe y la benemérita les encuentra.
Sorprendentemente, el Romance Sonámbulo causó furor en el mundo folclórico hasta el punto de que a lo largo de los años son muchas las tonadilleras y cantaores que han entonado con alegría y salero el Verde, que te quiero verde, sin considerar algo crucial en el desarrollo de la historia: como decía anteriormente, el verde, en el lenguaje lorquiano (que no lorquino, natural de la localidad murciana Lorca) significa muerte. Y es de eso fundamentalmente de lo que va el poema, nada más lejos de las melodías y ritmos de júbilo y alborozo que Manzanita, Camarón, Manuel Carrasco, Junior o Ketama le atribuyen. Hubiera sido más propio, de este modo, que cantautores melodramáticos clásicos como Paco Ibáñez o Joan Manuel Serrat le hubieran dedicado un soniquete en lugar de ser objeto de flamenco.
Ya sólo en la primera estrofa se puede apreciar, a través de ráfagas de imágenes, un tono diferente, tétrico y desesperanzado. «Bajo la luna gitana / las cosas la están mirando/ y ella no puede mirarlas». Merece la pena detenerse en esta frase para entender la suavidad con que el autor desliza la pluma al hablar de la extinción de la existencia y el sello personal que impregna en cada una de sus expresiones dotando a su trabajo de un estribillo que nos recuerda constantemente el drama al que estamos asistiendo. Por supuesto, no os aconsejo que os detengáis en la primera estrofa: como en todo en la vida, alcanzad la meta.
¿Sabías que…?
El 12 de mayo del año 2012 el diario El País sacó a la luz la última carta que el granadino le escribió a su pareja, Juan Ramírez de Lucas, con el que pretendía huir a México antes de que la muerte truncara sus planes.
Fuentes| Diario el País, Diario el Mundo, Miguel Hernández, Biografías y Memorias. De José Luis Perris., Romancero gitano. Letras hispánicas.
3 respuestas
Curiosidades federico garcia lorca http://bit.ly/2luHkYm
Quiero encontrar la versión humorística de profecía , gracias