Mientras que en el artículo anterior incidíamos en el significado del mito en el Próximo Oriente Antiguo (POA) y su repercusión en la sociedad mesopotámica y egipcia. En esta segunda entrega, como ya anunciáramos, vamos a hacer una simple división entre los diferentes mitos que explican el origen del mundo en las sociedades antiguas del POA: mitos cosmogónicos y mitos de renovación cósmica
Los mitos cosmogónicos explican el origen del mundo, y son el origen del mundo. Sirva de ejemplo el poema babilonio de Enûma Elish[1], que significa «cuando en lo alto«. Trata del origen y el orden del universo. De procedencia sumeria está escrito en acadio y en semita. Su protagonista será Marduk[2], dios babilonio de la tormenta. El poema consta de dos partes: una primera que se ocupa de la creación del universo; y una segunda en la que se narra la organización del mundo.
Según el poema, antes del universo sólo existía el caos acuoso, todo era agua. De este caos surgirán: Apsu, dios del agua dulce, y Tiamat, dios del agua salada. De la unión de ambos nacerá ‘el barro’, personificado en la pareja divina Lahmu y Lahamu. Este mito tiene su origen en la Baja Mesopotamia, un lugar repleto de canales, pantanos y cenagales… donde viven sumerios, acadios y babilonios, entre otros. De esta pareja nacerán Anshar y Kishar, el horizonte del cielo y la tierra. Y finalmente surgirán los elementos clave que darán la vida y gobernarán el mundo: Anu, dios del cielo, dios supremo del panteón babilonio; Enki, dios de la tierra; Enlil, dios del aire… Finalmente nos explica cómo los dioses, al comienzo de cada año, se reunían y decidían como debía ser la vida de los hombres. Para la mentalidad mítica mesopotámica, esta ordenación viene dada tras el enfrentamiento entre el orden y el caos. Representado en la lucha entre Marduk, orden, y Tiamat, caos. Marduk encarna el orden cósmico, tiene la fuerza y reclama el poder, lo que justifica la aparición de la figura del rey en la tierra. Será el encargado de mantener el orden en la tierra, ya que tiene el poder y la autoridad para ello. El hombre, será creado por los dioses, tras la batalla, por lo que poseían un status inferior y debía seguir a los dioses en todo momento. Este poema mantiene similitudes muy marcadas con otros mitos cosmogónicos.
En Egipto, el origen de las cosas también procede del caos acuoso, al igual que en el Génesis o en el Enuma Elish. Pero en Egipto es llamado Nun u «océano primordial», del que surgen el cielo, la tierra… La afirmación del poder viene dada por la primacía del orden sobre el caos negativo original. El demiurgo[3] egipcio será Ra, quién da la vida a todos los elementos, a la vez que lucha contra todas la fuerzas negativas que tratan de romper la armonía cósmica. En la tierra, el faraón será el encargado de mantener esa armonía, enfrentándose a las fuerzas del mal internas y externas.
Los mitos de renovación cósmica pueden ser de dos tipos: de renovación de la humanidad o de renovación de la naturaleza.
En el primero de los casos, en la mayoría de las veces muestran grandes similitudes, se trataba de grandes inundaciones o diluvios donde los dioses salvan a unos pocos elegidos para recomenzar la vida en la tierra. Como pueda ser el relato bíblico del Génesis, el poema de Gilgamesh[4], o el relato del dios Atum[5] en el Libro de los Muertos.
En cuanto a los mitos de renovación de la naturaleza, son relatos donde los dioses sufren. Quizás, uno de los más interesantes pueda ser el mito egipcio de Osiris, hijo de Geb, dios de la tierra, y Nut, diosa del cielo. Según este mito, Osiris será asesinado por su hermano, Seth. El cuál lo descuartiza y distribuye sus restos por todo Egipto. La esposa de Osiris, Isis, va a recuperar todos los pedazos de su marido, y tras embalsamarlo y devolverlo a la vida, engendrarán a su hijo Horus. Quién vengará a su padre, recuperando el trono de Egipto y, desterrando a Seth al desierto. Osiris sufre, muere y resucita, en ello los egipcios van a ver la promesa de la vida eterna. Dando lugar al Principio del Eterno Retorno. Otorgando a Osiris una serie de atribuciones que implicaban vida: dios de la Naturaleza; es el Nilo en sí y sobre todas las inundaciones que aportan la fertilidad; es el dios de los muertos que van a resucitar. Este mito se aplica a la monarquía, siendo el faraón en vida la reencarnación de Horus, mientras que en la muerte se reencarnará en Osiris.
Otro de los puntos a analizar dentro de este apartado de los mitos, será el largo camino recorrido por la sociedad judía para pasar del politeísmo al monoteísmo. Lo que constituye una verdadera novedad dentro del mundo antiguo del primer milenio a.C. Lo que va a caracterizar este proceso es la íntima relación de los hebreos con la naturaleza. Su dios es superior a la naturaleza, es el único demiurgo y creador de todo. Y del mismo modo que lo ha creado todo lo puede cambiar a su antojo. Al existir un único dios, implica que el universo se encuentra bajo una única dirección. Mientras que en las demás religiones del POA no es así, existe una pluralidad de dioses relacionados con la naturaleza. El nombre de dios es Yahvé, pero pronunciarlo es contaminarlo, por lo que se procura omitirlo, del mismo modo que no puede ser representado. No tiene forma humana, no se le concibe intelectualmente como un hombre. Carece de sexo, familia o residencia fija (reminiscencia de la vida nómada de los judíos). Lo que nos conduce a la idea de un dios omnipresente, que se encuentra en todas partes.
El monoteísmo moral, será el hilo conductor del pensamiento hebreo. Yahvé se caracteriza por su justicia, no posee defectos humanos. Lo que conduce a la aparición de nuevos conceptos: como el pecado, que implica atentar contra la divinidad; o la misericordia, que sería la capacidad de aplicar perdón. Se trata de un dios universal, pero a la vez de carácter nacional. Nacional o exclusivamente judío, porque en un determinado momento ha firmado un pacto con ellos. Pero a la vez universal y de todos, ya que es el único dios posible, el resto de dioses son falsos. Lo que conduce a la intransigencia y la intolerancia hacia otras religiones.
Una consecuencia del pacto, como pueblo, con la divinidad será la supervivencia de Israel más allá de la supervivencia del estado en un lugar geográfico. Esta relación personal con el dios, les ofrece la posibilidad de ser siempre una nación. Todo esto quedará reflejado, en el conjunto de libros que contienen la verdad revelada por Yahvé en el Antiguo Testamento. La historia del pueblo judío, cuyo protagonista será siempre Dios. El proceso por el cual se llega a la monarquía, será considerado en última instancia como un «mal necesario«. Tras la fase nómada del pueblo judío, Israel, se constituye en doce tribus dentro de Palestina. Como una organización política confederada entorno a un santuario central. Los enfrentamientos militares obligarán a los judíos a luchar por mantener su independencia. Lo que les lleva a la necesidad de un jefe provisional o Juez, cuya autoridad procedía de la ‘Gracia Divina’. La permanente presión externa obligará a institucionalizar la monarquía, proceso que acabará truncado drásticamente con la conquista babilonia y el posterior exilio.
En colaboración con iHistoriArte| Dave Meler
También en iHA| Los mitos en el Próximo Oriente Antiguo (I)
Bibliografía| Dave Meler, Los Albores de la Civilización, ed. Osiris, 2013, Madrid. Fatás Cabeza y García Quintela,Materiales para un curso de Historia Antigua, Tórculo Edicións, Santiago, 1993.
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[1] Poema recogido en unas tablillas halladas en las ruinas de la biblioteca de Asurbanipal, en Nínive, y que datan del 669-627 a.C.
[2] Es el Endil del panteón sumerio. O el Asur del panteón asirio.
[3] Entidad que sin ser necesariamente creadora es impulsora del universo.
[4] Narración mesopotámica de origen sumerio, consta de doce tablillas, que cuenta la aventura de este personaje mítico y su amigo Enkidu en busca de la inmortalidad.
[5] Dios creador “El que existe por sí mismo”, de la mitología egipcia.