Palacio de la Aljafería Crédito: Wikipedia Commons |
Estatua del Cid Burgos Crédito: Wikipedia Commons |
Pero todo éste esplendor económico, político, cultural y militar se irá viendo oscurecido. El peligroso doble juego, al que Al-Muqtadir, había estado jugando con los latentes reinos cristianos. Tan pronto se enfrentaba con ellos por un territorio en disputa, como pagaba para evitar una alianza con su hermano Yusuf de Lérida o contrataba como mercenarios a su servicio en la defensa de la Marca. Esto hará que las arcas de la taifa se resientan poderosamente, debilitándola y poniendo en riesgo el bienestar de Saraqusta. Su posición acomodada comenzaba a verse amenazada, la continúa salida de oro y plata llenaba las arcas de sus enemigos. Las parias eran utilizadas por los reinos cristianos para fortalecerse frente al progresivo debilitamiento del reino musulmán.
Ramiro I Crédito: Laguía2000.com |
Ramiro I, en 1035, rige los territorios asignados por su padre bajo la soberanía del rey pamplonés, su hermanastro García III. Dichos territorios comprenden el núcleo originario del condado de Aragón: La Onsella, Bailo, Tena, la cuenca izquierda del Gallego, con sus afluentes, Basa, Guara y Garona, más la antigua línea de fortificaciones pamplonica que constituyen su frontera protectora: Uncastillo, Luesia, Sierra Castilla, Agüero, Carcavilla, Nocito y Securón. Unos cuatro mil kilómetros cuadrados de terreno.
La Jura de Santa Gadea Crédito: Wikipedia Commons |
La corte de Al-Muqtadir fue una de las más famosas y brillantes de todo el siglo XI en la Península. Pero su progresivo agotamiento militar le llevó a rodearse de mercenarios. Hombres de fortuna que luchaban por dinero. Este fue el caso del protagonista del Cantar del Mio Cid, que derriba de la palabra árabe «sidi» −señor−, Rodrigo Díaz de Vivar. Desterrado de Castilla por Alfonso VI entrará al servicio de la de Saraqusta en 1081. Servirá allí durante cinco años. Bajo su bandera luchó contra el rey de Aragón, Sancho Ramírez, y el conde de Barcelona. Fue enaltecido a la categoría de héroe por los habitantes de Saraqusta. Tras la batalla deMorella (1084) entró en la ciudad con dieciséis grandes señores aragoneses prisioneros, entre los que se encontraban Blasco Garcés, el mayordomo del rey Sancho Ramírez y, el obispo Dalmacio de Roda.