Innumerables han sido los conflictos que han asolado nuestra historia desde los orígenes de la humanidad. Bien por la sed de riquezas o por el afán de engrandecer un imperio, muchos han sido aquellos que han copado cientos de páginas de libros de historia en pos de una verdad «maquillada» o contada por los vencedores. Grandes contiendas, que sin embargo dejaron a un lado a valerosos protagonistas que en ocasiones dieron su vida sin saber muy bien el por qué o con el único entendimiento de recibir una pizca de comida al realizar su cometido.
Usados en un principio con fines crueles, a los animales se les adiestraban con el único fin de hacer daño al enemigo perdiendo su vida en el intento. Las crónicas cuentan como en la antigua roma, los cerdos eran untados en brea y se les prendía fuego hacia una carrera infernal en busca del objetivo, normalmente elefantes que salían despavoridos ante el ruido aterrador de los porcinos. Una variante a la barbarie romana se hacía en la antigua china y consistía en revestir de pajas a los monos, prendiéndoles fuego para que huyeran despavoridos hacia el enemigo
Otro claro ejemplo, lo encontramos en el horripilante caso de los perros soviéticos de Pavlov, adiestrados en la segunda guerra mundial para buscar comida bajo los blindados alemanes. Los canes portaban una mochila que explosionaba cuando el animal excavaba justo debajo del tanque.
Pero no todos los casos de empleo animal tuvieron un final tan dramático.
Muchos de ellos se convirtieron en auténticos héroes como el caso del oso Voytek. Encontrado siendo tan sólo una cría junto a sus padres muertos a manos de cazadores, llegó a formar parte del frente polaco e incluso participó en la batalla de Monte Cassino (1944) portando munición pesada hasta los artilleros, desafiando así al fuego cruzado. Su labor fue reconocida y logró distinción en batalla.
Los ingleses fueron uno de los primeros ejércitos en reconocer la labor en batalla de los animales, a través de la medalla Dickin. Entre los cientos de ejemplares que la consiguieron destacan el perro Rob con una veintena de saltos de paracaídas y el gato simón que aun malherido seguía cazando ratas en una fragata británica para combatir las epidemias.
Para terminar os dejo con la historia del soldado Simpson y su burro Murphy, encargados de trasladar a los combatiente heridos en la batalla de Gallipoli. Contaban los «mentideros» que entre la habilidad del soldado y el sexto sentido del cuadrúpedo, eran capaces de adivinar donde iba a caer el obús antes de que tocara tierra. Fueron muchos las vidas que ambos salvaron, la que no pudo salvarse fue la del bueno de Simpson que fue abatido en combate. Del burro nada se supo, pero a buen seguro que fueron miles los soldados que aun lo recuerdan.
Esperando que el artículo haya sido de vuestro gusto se despide este humilde redactor con una duda que me ronda la cabeza y es que uno no sabe bien si los animales eran los protagonistas de estas líneas o las verdaderas bestias eran quiénes las utilizaba.
Encantado de encantaros con los encantos de la historia.
Fuentes| segundaguerramundial.com, pepoladas.com