Después de lo que me contó mi padre en la manifestación, me quedé un poco mosca ¿a qué guerra tuvo que ir a luchar mi abuelo? Y lo más importante ¿Por qué nunca me lo había contado? Entendí que estamos en un tiempo raro, que todos están enfadados y lo que falta es trabajo y sobran chorizos, aunque no sé por qué dice eso mi padre si siempre que compra mi madre chorizo, me dice que no me lo coma en una sentada. La verdad es que creo que los mayores están cada vez más locos. En aquella manifestación no paraban de gritar, y todos estaban muy enfadados, pero a los segundos se reían a carcajadas ¿no es esto cosa de locos?
Esa fue la conclusión a la que llegamos mi amiga Paula y yo cuando jugábamos en el recreo. Ella, me preguntó qué había pasado… y yo sólo le pude decir que debe ser una locura que va extendiéndose, porque realmente no entiendo nada. Le dije lo de los chorizos y lo de la guerra de mi abuelo, y algo que me había contado mi padre sobre los derechos y deberes…
-“Parece ser que ahora esos derechos y deberes se han perdido, aunque no te puedo decir ni de dónde vienen ni quién los ha robado”- le contesté a Paula, que me miraba con la boca abierta.
-“Mis padres no me cuentan nada de nada… Un día iré a tu casa para que tu padre nos cuente a los dos.”- me propuso Paula.
Así que quedamos que ese mismo día cuando vinieran a recogernos al cole, se lo diríamos a nuestros padres. Cuando se lo dijimos, Pablo el padre de Paula, nos miro con cara de pocos amigos y dijo que no, que esos temas no eran para contárselos a los niños y que nosotros lo que teníamos que hacer era jugar. Paula se quedó un poco triste, pero prometí contarle la historieta al día siguiente.
De camino a casa, le pregunté a mi padre sobre la guerra en la que estuvo mi abuelo Manolo.
-“Tu abuelo, no estuvo en ninguna guerra, Manolín. Lo que quería decir con eso es que ahora están tirando a la basura los derechos y los deberes que tanto ha costado conquistar. Muchos son los obreros que en la mitad del siglo XIX se echaron a las calles para luchar por esos derechos laborales de los que algo te hablé… Esos, de los que ahora sólo quedan los restos.”- sentenció mi padre levantando la ceja. Esa era una forma de decirme que estaba algo mosca.
-“Ah, vale. Papá, entonces ¿quiénes eran? ¿y por qué luchaban esas personas?”- pregunté sabiendo que me estaba metiendo en la cueva de Alibabá.
-“Esas personas eran obreros que trabajan en las fábricas, y que estaban muy enfadados porque después de la revolución Industrial, los empresarios introdujeron máquinas a las fábricas, despidiendo a muchos de los trabajadores. Además a los que trabajaban, les ponían unos ritmos muy altos”- Respondió mi padre mientras me cogía la mano para cruzar la calle.
-“¿Y qué hicieron esos obreros?”- pregunté todo curioso.
-“Primero se dieron cuenta que esas condiciones de trabajo no eran buenas, trabajaban muchas horas al día, sus sueldos eran ridículos y no les daba casi ni para comer. Un poco lo que empieza a pasar ahora. Por eso, Manolín fuimos a la manifestación para evitar que pase todo eso, para que aquella lucha no sirva de nada”- Claro, ahora lo empezaba a entender. Tenía que retener todos los datos para contárselo a Paula.
-“Papá, pero nosotros comemos ¿no tenemos dinero? Oye y ¿qué pasó después de eso? ¿Qué hicieron?”- Me estaba empezando a preocupar.
-“Primero hablaron entre ellos y se unieron en los llamados sindicatos, que nacieron precisamente para eso, para defender los derechos de los trabajadores. También empezaron las primeras huelgas, y algunos trabajadores hasta rompieron las máquinas. A este fenómeno se llama Ludismo. Ay Manolín, no te digo yo que tal y cómo están las cosas, no os toque a vosotros hacer lo mismo. Pero bueno, tú de momento, juega y no pienses en el futuro… ¡ya llegará!”- Me tranquilizó mi padre.
-“¿Qué es una huelga, papá? ¿y para qué sirve?”- volví a preguntar.
-“Una huelga es un instrumento de presión que tienen los trabajadores para protestar por sus derechos que eran: trabajar menos horas, mejora en sus condiciones de trabajo, cobrar más, fábricas más limpias y que el empresario o jefe se preocupara de su salud con los seguros de paro, enfermedad y vejez.”-
-“¿Y qué hicieron los jefes?, ¿les castigaron?”- Pensé que seguramente, les castigarían como lo hacen los “profes”.
-“Sí, claro. Los empresarios o patronos intentaron frenar el llamado Movimiento Obrero con multas, despidos e incluso intervino la policía. Pero el movimiento obrero fue más fuerte. La primera Asociación Internacional de Trabajadores, la A.I.T., se creó en 1862. Se llamó la Primera Internacional. En ella colaboraron personajes importantes como Karl Marx, Friedrich Engels y Mijaíl Bakunin. Después en 1889 se creó la Segunda. En ésta se crearon varios símbolos del Movimiento Obrero: la fiesta del primer de mayo como fiesta del trabajador y el himno de la Internacional. En 1919 Lenin creó la Tercera Internacional.”-
-“¿Entonces qué ganaron esos obreros con el Movimiento Obrero, papá? ¿y ahora queda algo de eso?”- Quería saber si después de todo, habían ganado algo.
-“Sí, en aquella época consiguieron reducir la jornada a ocho horas, que el empresario pague los seguros de accidente, que la mujer tuviera fiesta cuando fuera a tener un hijo y que los niños tuvieron prohibido trabajar. Pero a día de hoy, parece que vamos marcha atrás porque ahora y siempre los empresarios son los que tienen la sartén por el mango (y los que mandan) y los obreros son los que trabajamos cada día más por menos dinero… y encima Alemania nos dice que hay que bajar más los salarios…ay, Manolín que desastre de país…”-
-“Oye, ¿y qué tiene que ver el abuelo en todo esto? De todas formas, no te preocupes, papá porque yo y Paula estudiaremos mucho y haremos como esos del movimiento obrero… lucharemos hasta el final”- Realmente me estaba empezando a preocupar.
-“El abuelo nada, sólo que ahora las condiciones en las que se trabaja casi son peores que en las que lo hacía tu abuelo… parece como si esos triunfos del movimiento obrero se hubieran quedado en papel mojado… pero tú hijo mío, juega, sé feliz y olvídate de los malos rollos de los mayores, ya te tocará el turno”- Sentenció mi padre.
Mi padre ya no volvió a hablar, yo me quedé cavilando y pensando cómo podríamos empezar el movimiento obrero. A los pocos minutos vino mi madre, le resumí la lección de historia de mi padre y los obreros. Cenamos, vimos una peli y me quedé dormido después. Era una película en blanco y negro que se llamaba “Tiempos Modernos” y que hablaba de las condiciones que esos obreros tenían en las fábricas. Me reí mucho porque el “prota” era muy divertido. Las máquinas iban muy rápido y a los obreros no les daba tiempo a hacer las cosas bien. Además tenían un jefe muy pesado… no paraba de decirles qué tenían que hacer.
En colaboración con iHistoriArte| Pilar Cortes
Texto e Ilustraciones| Pilar Cortés
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2 respuestas
Que genial la vuelta de vacaciones… Mucho ánimo hasta las próximas!!