Como todas las tardes al llegar a casa después del cole, mi padre Manolo, fue directo a la cocina a hacer mi bocata de chocolate ¡Cómo no! Mientras tanto, fui al baúl del tiempo pasado. Qué hay en él, os preguntaréis. Es un baúl que he ido llenando de ropas y otras cosas como sombreros, guantes… que a nadie le sirve y que yo uso para disfrazarme. ¡Me encanta convertirme en personajes de otros tiempos! Por eso, se llama así; el baúl del tiempo pasado. Ese día aparecí disfrazado del señor Sherlock Holmes. Cuando acabó mi padre en la cocina vino al salón, se sentó en el sofá azul y me miró de arriba abajo. Se rió… Después de reírse, le miré y le dije:
-“Papá, tú y yo tenemos una conversación pendiente. No me he olvidado.”-Dije muy serio mientras hacía que fumaba mi pipa.
-“¿Una conversación? A ver ¿qué quiere saber ahora mi niño de los por qué?”- dijo mi padre riéndose.
-“¡¡No te acuerdas de nada, papá!! ¡Menuda cabeza más mala tienes! Venga cuéntame, ¿por qué se llaman derechos fundales? ¿y cuáles son?”- empecé preguntando.
-“¿Derechos fundales?- reía mi padre. No hijo, no son derechos fundamentales”- me rectificaba mientras yo me tapaba la boca y me reía a carcajada limpia.
-“Pues eso, los fundamentales. Anda venga, explícamelo ¿qué son?”- Tenía prisa por conocerlos.
-“¿A dónde van, y de dónde vienen, no? ¡Ay, qué paciencia hay que tener con este niño!”- Decía mi padre mirando al techo y extendiendo los brazos como pidiendo algo a alguien.
-“Los derechos Fundamentales son aquéllos que le son propios al hombre y a la mujer, que nacen con ellos. Necesariamente les acompañan a lo largo de su vida, porque son indispensables para el desarrollo y la libertad de las personas. Es decir, que sin hombres, no habría derechos fundamentales. ¿Lo entiendes, Manolín?”- Sentenció mi padre de un plumazo.
-“Sí. Entonces ¿yo tengo esos derechos desde que nací? ¿Mamá y tú también, no?”- quise asegurarme.
-“Sí, claro. Todos, los abuelos, los tíos, tus primos, tus amigos… todos, Manolín. Todos tenemos, en teoría, esos derechos fundamentales.”-
-“Papá, todo es en teoría… los tres poderes también eran, en teoría, diferentes. ¡Cuánta teoría! Pero, a ver ¿cuáles son esos derechos que nacen con nosotros? ¿Tener padres?”-Pregunté
-“Pues mira, casi sí…el primero y más importante es el derecho a la vida. Nacer. Otro derecho fundamental que tiene mucho que ver con éste es el derecho a la integridad física y moral, que no te peguen, que no te hagan daño…”-
-“¡La próxima vez que Pablo quiera morderme, le diré que tengo un derecho fundamental a que no me pegue! Pero papá, todos nacemos. Menudo derecho más tonto ¿no?”- Sentencié
-“No, no todos, cariño. Hay algunos bebés que por muchas razones no nacen… ¿Cómo que Pablo te muerde? Tendré que hablar seriamente con él”- me decía mi padre mientras me empezaba a hacer cosquillas.
-“¿Cómo que no nacen, y entonces dónde van? Papá, eso no me queda claro. Pero, ya sé que yo tengo dos derechos fundamentales; nacer y que no me hagan daño.”-
-“Es difícil de explicar Manolín… hay situaciones en las que el bebé no nace por diferentes factores bien de la madre, o bien porque a veces hay leyes que no se adaptan a lo que la mujer quiere…en fin, en otro momento hablaremos de ello, no te preocupes.”- Fue cuando se le hinchó la vena del cuello…y eso significa que algo no le gusta…esperaré otro momento para preguntar. ¿Y cuáles son los demás derechos fundamentales?”- Pregunté volviendo al tema que me interesaba.
-“Después, podemos decir que tenemos el derecho a la igualdad ante las leyes. Todos, en teoría, nadie tiene un trato diferente ante la ley, aunque tenga más títulos (duquesa, rey, baronesa…) o tenga mucho dinero. ¡Todos deberíamos ser castigados igual por la ley cuando cometamos un mismo delito!”-
-“Entonces, según eso, ¿si yo hago algo malo y el rey también, me castigarían igual que a él? ¿Oye, y qué más derechos tengo?”- Pregunté casi con miedo por la cara que había puesto al contestarme.
-“Serías igual que él, sí. Otros derechos son el derecho a la salud, y el derecho a la educación. En teoría, por el primero, cada vez que te pones malito, podemos ir al médico y tener medicinas para curarte, y gracias al segundo puedes ir al cole todos los días.”
-“¿Otra vez en teoría, papá?”- volví a preguntar.
-“Sí, en teoría, eso es así, Manolín. Otra cosa es que sea así de verdad… porque, ¡madre mía, cómo está la cosa!”- Respondió mientras echaba, de nuevo, las manos hacia el techo.
-“¿Qué pasa papá, por qué vuelves a decir eso de en teoría?”- insistí curioso. Sabía que algo pasaba y que no era nada bueno… lo quería saber.
-“En teoría somos iguales, en teoría tenemos derecho a la vida, al honor, a la integridad física, a la educación, a la salud, a una vivienda digna… Pero Manolín, te ha tocado una época en la que todo está en los libros pero no en la realidad… Todos estos derechos, han sido fruto de la lucha de muchos que como tu abuelo estuvieron en primera fila luchando para darnos a ti y a mí un futuro prometedor. Pero ahora, cariño, estamos en un momento de ir hacia atrás, y seréis vosotros los que deberíais luchar de nuevo para re-conquistar todo aquello que la generación de tu abuelo conquistó en su tiempo. De momento, sé feliz, juega y diviértete. Olvídate de los problemas de los adultos y de su mundo tan fantasmagórico. Yo prometo hacer que tu infancia sea tan feliz como fue la mía.”- Cuando acabó, mi padre tenía pequeñas lágrimas en los ojos. Tan sólo me abrazó y me besó en la cabeza. Me quedé algo preocupado, y tan sólo acerté a decir –“Papá, ¿me contarás cómo luchó el abuelo?”- pregunté.
-“Sí, hijo, claro que sí. El siguiente capítulo hablaremos de libertades y más adelante te hablaré de la lucha.”-
Sólo sonreí, y me quedé pensando en las historietas que mi abuelo me cuenta de vez en cuando. Tenía curiosidad de saber más. Mientras me comía mi bocata vestido de Sherlock Holmes, en la tele se oía esta canción.
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Bibliografía| VV.AA, Constitución Española. Madrid 1978. Editorial: Secretaría General del Senado. Dirección de Estudios.
En colaboración con iHistoriArte| Pilar Cortes
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