Fue un suceso que conmocionó a la alta sociedad europea a finales del siglo XIX. Ocurrió la mañana del 30 de enero de 1889, en el escenario convulso del Imperio Austro-Hungaro y en medio de una zona envuelta en belleza.
El mayordomo del Archiduque Rodolfo de Habsburgo (hijo del Emperador Francisco I de Austria y de la Emperatriz Elisabeth, duquesa de Baviera, más conocida como la Emperatriz Sissi) lo encontró muerto junto a su amante María Vetsera, en el pabellón de caza del Castillo de Mayerling, situado en una aldea de Viena. En aquel tiempo era una residencia de descanso de la familia regente y el lugar donde se retiró Rodolfo, en teoría para desconectar de las disputas paternas. Después del trágico suceso, Francisco I mandó derribar dicho pabellón y convertirlo en un convento de Carmelitas.
Tenían los dos amantes heridas de bala, por lo que se especuló con un posible suicidio ¿pactado? (primero Rodolfo mató a María y luego se mató él) además ambos habían dejado enigmáticos mensajes a familiares y amigos, en los que efectivamente se podía pensar en el fatal desenlace. Lo cierto es que, pese a la versión oficial nunca se supo realmente qué había sucedido, pues Rodolfo estaba también en medio de intereses políticos que podían desear quitarle de en medio.
Sin embargo, la idea del suicidio pudiera ser genética, habida cuenta de sus antecedentes y personalidad. Era hijo de la conocida Sissi y sobrino de Luis II de Baviera (Ludwig, el Rey Loco), tres seres que parecían no encajar en aquella sociedad de convencionalismos, dureza y guerras continuas. Los tres eran muy románticos, tenían una sensibilidad especial para la música, el arte y el amor a la naturaleza, cosa nada extraña a juzgar por los parajes en los que se movían. Una sensibilidad nunca entendida, burlada y menospreciada. Rodolfo jamás comulgó con la férrea disciplina militar que le imponía su padre. Su madre Sissi intentaba apoyarle con sus mimos y protección. Ella, por su parte, era díscola con la corte y le gustaba ir a su aire, a pesar de todos los reproches. Luis II, al parecer, era notoriamente homosexual y femenino, además de ser el mejor amigo de Sissi, pues tenían mucho en común.
Los tres tuvieron intentos de suicidio en anteriores ocasiones, pero Sissí murió por un atentado desafortunado, en cambio Luis II de Baviera tuvo una muerte igual de enigmática que la de su sobrino… ¿suicidio o complot?
El legado que nos han dejado, después de haber estado tan maltratados, ha sido el recuerdo de lo bello en hermosas películas, llevadas al cine con maestría, pero sobre todo quiero destacar los maravillosos castillos que promovió Luis II de Baviera y mecenas de Richard Wagner, que en el empeño por demostrar su grandeza, en la actualidad constituyen una preciosa ruta turística en la zona.
Estos castillos tienen una imponente presencia y ese halo de misterio inherente a los que deben esconder pasados tortuosos. Algunos ya eran viejas construcciones que Luis se encargó de ampliar y dotar de un estilo romántico, ilusorio y escenográfico, tan propio de su personalidad.
Los más destacados son Linderhof, Neuschwanstein y Herrenchiemsee. En la actualidad pertenecen a la zona bávara de Alemania, cerca de Munich.
Linderhof, inspirado en Versalles, es el más pequeño de los tres. Con sus múltiples remodelaciones acabó en un estilo rococó, tal era el gusto de la época. Fue el único que Luis vio terminado.
Neuschwanstein es el castillo estrella de la ruta. No fue construido con fines prácticos para habitarlo o disfrutar de él, sino como un magnífico decorado que hoy podemos apreciar en su inmensidad. En su interior, como en los demás castillos existen numerosas piezas de decoración alegórica a las artes, a la mitología, al imperio. Era la forma que tenía Luis de comunicarse con el mundo.
Herrenchiemsee iba a ser una réplica completa del Palacio de Versalles, se quedó en sólo un ala de edificio. Su particularidad radica en que está construido en la Isla de Herreninsel (Isla de los Caballeros) situada en el interior del Lago Chiemsee, en Alemania, pero casi frontera con Austria. Este lugar sí iba a constituir una residencia de descanso, por ello está decorada con motivos más personalizados, adecuados a las excentricidades de Luis. Sus maravillosos jardines iban a ser paseados por el rey y contemplados con su mirada enajenada, pero murió sin apenas poder deleitarse en ellos.
Me gustaría por último concluir este artículo con una frase que estimo del todo cierta…
“Donde hay más sensibilidad, allí es más fuerte el martirio”
Leonardo Da Vinci
Fuentes| libertaddigital gorgas.gob. guiadealemania
Nota: Para los créditos de las fotos: pinchad en ellas y se abrirán los enlaces.