Durante su estancia en Zaragoza, el equipo de redacción de iHistoriArte tuvo la oportunidad de compartir unos minutos con la autora de “El Aliento del Lobo”, Begoña Abraldes. Qué de forma amable se prestó a contestar a algunas de nuestras preguntas. Hoy compartimos con nuestros lectores las respuestas de la escritora bilbaína.
-“¿Cómo una periodista deportiva acaba escribiendo novela de ‘género’? (si se puede llamar así)”
-Empezaría por decir que los géneros de las novelas son relativos, salvo excepciones muy claras y evidentes. A mí me gusta decir que escribo sobre los comportamientos humanos y sobre los sentimientos y los resortes que mueven a las personas a hacer lo que son y a actuar como actúan. Desde que tengo recuerdo de mí misma quise escribir; me parecía que sólo si lo escribía podía explicar lo que me pasaba, y que escribiendo se me curaba cualquier pena. Pero ¿cómo aprender a escribir?, me preguntaba, y alguien me dijo que a los periodistas les enseñaban a escribir, así que decidí que sería periodista para aprender a escribir, y sería de deportes porque ya por entonces (14-15 años) el fútbol me movía más emociones que casi nada. Ahora mismo, que no ejerzo la profesión, sigue ocurriéndome que sólo los partidos de mi equipo me hacen saltar literalmente el periodismo deportivo se ha convertido en un espectáculo que está muy alejado de la información pura y dura, que es lo que yo concibo. Hay más razones personales para haber abandonado la profesión, pero esas las conté, más o menos, en dos libros: «Amados olvidados» y «A un mal amor«, ambas disponibles a través de Amazon.
-¿Por qué ‘El aliento del lobo’? (nos referimos tanto a la novela como al título)
-Te lo cuento con un pasaje de la novela: …‘Sólo al cabo del tiempo comprendí lo que quiso decir mi tía cuando me explicó que su marido tenía el mismo aliento que los lobos que mataba, como si los espíritus de esos lobos le hubieran atravesado sucesivamente la piel para quedarse a vivir eternamente dentro de su cuerpo… «Era igual que el aliento de un lobo», dijo, y lo repitió varias veces, como si ella fuera una experta en alientos de lobos. Y desde entonces se me quedó grabada una sensación muy desagradable que siempre he asociado a los hombres sucios y malolientes -más malolientes que sucios, aunque una cosa derive de la otra-, cuando pienso en aquellos a quienes tanto les da que la mujer diga sí como que diga no. Es como si el aliento que tendrán los lobos -y que yo desconozco, como seguramente desconocería ella, pese a todo-, viniera a resumir la suciedad que habita en los corazones de los hombre que tratan a las mujeres como si fueran simple mercancía que pueden utilizar a su antojo.’…
-¿Qué pretende transmitir con su novela?
-Sólo quiero hacer pensar, hacer sentir. Que prevalezcan los sentimientos y que nadie se olvide de dónde venimos, sobre todo las mujeres. Que tradicionalmente hemos sido los seres más perjudicados por tradiciones masculinas que les beneficiaban a costa de escondernos, someternos o minusvalorarnos. Sólo hay que seguir las noticias que hablan constantemente de una clase de violencia que debería de estar erradicada y sin embargo sigue tan presente como si no hubiéramos aprendido nada y se pretendiera que las mujeres siguieran siendo apéndices de los hombres.
-¿Qué consejos daría a aquellas personas que están buscando convertirse en escritores noveles?
-Que lean muchísimo, que escriban con el corazón, que no se guíen por las modas o tendencias y, sobre todo, que no se rindan bajo ningún concepto, aunque les cueste la vida entera conseguir su objetivo. ¡Ah! y que no pretendan ganar dinero. El escritor no escribe para ganar dinero, sino para vivir. Quizá, con el tiempo, sí logre rentabilizar su pasión, pero en ningún caso tiene que ser su objetivo. Yo digo que ser escritor es como meterse monje, en mi caso monja casi de clausura.
-¿Cuáles son sus nuevos proyectos?
-Estoy a la espera de que un par de editoriales me den una respuesta sobre una novela que escribí después de «El aliento…» Rompe mi tradicional estilo costumbrista o intimista, como lo han definido quienes se han aproximado a mi literatura. Se acerca mucho a la novela histórica, por cuanto transcurre a finales del XIX, y se adentra en un hecho que tiene relación con el suicidio de Rodolfo de Habsburgo, el único hijo varón de Francisco José y Elizabeth de Austria. Además, sigo escribiendo y ya tengo una cantidad significativa de páginas como para considerar que será una novela (hasta no alcanzar al menos 50 páginas consecutivas con cierto sentido, no considero que lo que esté escribiendo sea aún una novela; de hecho, tengo un par de proyectos empantanados porque no han progresado más allá y están aparcados hasta que los propios personajes que los habitan decidan continuar contándome sus historias), en esta ocasión sobre un viejo escritor que siente al final de su vida que una fuerza que no le pertenece enteramente ha estado guiando sus pasos como autor, y que su reconocida y alabada capacidad no le pertenece enteramente.
En colaboración con iHistoriArte| Redacción