Un principio básico del dibujo y la pintura, y todas sus variantes (estampado, diseño gráfico…) desde el principio de los tiempos ha sido el de representar tres dimensiones en las únicas dos dimensiones que proporciona el soporte sobre el que se desarrolla la obra. Hasta la llegada de M.C. Escher.
Desde el Renacimiento sobre todo, con el surgimiento de técnicas como el punto de fuga para representar la perspectiva, la pintura y las matemáticas emprendieron un camino compartido del que ya resultaría difícil plantear a una de ellas sin la compañía de la otra.
Y todo esto es llevado un paso más allá por el artista neerlandés Maurits Cornelis Escher, otro de esos artistas que en el día a día nos cruzamos con referencias de sus obras que han influido e inspirado al mundo que nos rodea, pero que muchas veces desconocemos cuál es la mente detrás de ideas tan fantásticas.
Etapa paisajística.
Escher, nacido en 1898 y oriundo de la ciudad neerlandesa de Leeuwarden, contó con la fortuna de tener un origen acomodado y el apoyo económico de sus padres. Tras los estudios básicos, y presionado por su padre, se formaría temporalmente en la Escuela de Arquitectura y Artes Decorativas de Haarlem, que sin bien no llegó a completar, le proporcionó los conocimientos que serían la base de su obra: dibujo, xilografía y litografía estas dos últimas son técnicas de tallado en planchas de madera, metal o piedra sobre las que se extiende una fina capa de pintura que, a modo de sello, se estampa sobre papel, siendo ésta la obra final, y permitiendo la copia infinita del modelo original.
Tras abandonar los estudios recurrirá al artista de origen sefardí Samuel Jessurun de Mesquita, cuya influencia será innegable en la obra de su pupilo.
Escher desde el primer momento pareció dejar bien claro que las personas y sus sentimientos no tenían cabida en sus obras, básicamente dibujaba lo que sus retinas captaban, paisajes.
En 1922 recorre partes de Italia, especialmente la Toscana, y ciudades españolas como Madrid, Toledo y Granada, donde su monumento más reconocido ya le llamaría la atención.
En 1923 se asentaría temporalmente en Roma, ciudad que no resultaría cautivarle tanto como a otros artistas y sólo la encontraba interesante por las noches, cuando las calles vacías y los monumentos iluminados se convertían en sus musas (Roma nocturna).
A pesar de pesar varios años en la “Ciudad Eterna”, hasta 1935, aprovechaba cualquier oportunidad para abandonar su bullicio y explorar los rincones del sur italiano que con sus caminos zigzagueantes y pequeños pueblos al borde de acantilados se convertiría en su auténtica inspiración (Castrovalva)
Su inspiración seguía en el sur
La incomodidad que le generaba la situación política y social en la Italia de Mussolini y los ecos de guerra hacen que abandone el país, recorriendo nuevamente el sur de España en 1936 para estudiar mas detenidamente la influencia artística islámica en la Mezquita de Córdoba y especialmente el monumento que cambiaría para siempre su obra, y por tanto el legado de Escher hasta nuestros días, la Alhambra de Granada.
Los principios del Islam de la prohibición de representar imágenes figurativas ha derivado en un desarrollo del arte basado en figuras geométricas como en ninguna otra cultura. Los mosaicos y lazos que se entrelazan hasta el infinito en los azulejos que decoran suelos y muros del monumento granadino atraparon la atención de Escher para no soltarla nunca más e inspirándolo para seguir desarrollando su propio estilo incluyendo figuras más figuras geométricas, y ahora también animales y personas que se entrelazarían sin dejar ningún espacio libre, lo que se conoce como “teselación o teselado”
Tras este viaje se instalaría con su mujer en Suiza, pero los paisajes nevados ocultaban cualquier elemento que le inspirase, por lo que su estancia en el país helvético seria breve antes de instalarse definitivamente en la ciudad neerlandesa de Baarn.
Puede que el paisaje sombrío y completamente plano de los Países Bajos tampoco resultasen la mejor fuente de inspiración para Escher, pero lo cierto es que ya no la necesitaba, entre las páginas de sus cuadernos llenos de bocetos se escondía el ingrediente para la fórmula secreta de su obra, los patrones geométricos, repetitivos e intrincados de los azulejos nazaríes.
La fama tardía de Escher
Desde su retorno a los Países Bajos se pasaría la mayor parte de su tiempo jugando con sus patrones, repeticiones infinitas de animales (Cielo y agua), diseños arquitectónicos que juegan con el espacio y la gravedad (Relatividad), escaleras infinitas que nunca acaban, que ni suben ni bajan (Escalera arriba y escalera abajo), diseños geométricos que paulatinamente se convierten en seres animados que abandonan el papel para ser animales de tres dimensiones para voluntariamente volver a las dos dimensiones (Reptiles). Autorretratos que dibuja usando esferas de metal como espejos (Mano con esfera reflectante), ciudades donde es complicado afirmar si el tejado de la casa de enfrente en realidad no es el propio techo que nos da cobijo a nosotros (Galería de grabados), o cuadros de una mesa con libros que se convierten en una tranquila calle (Still life and street). Su obra “Metamorfosis” es un buen ejemplo de todo lo antes mencionado en una única obra.
Ese juego y compenetración casi obsesiva con el desarrollo de su propia obra seria la que acabaría destruyendo los cimientos de su relación con su mujer, Jetta Umiker, lo que haría que se centrase aún más en su obra.
A pesar de todo, la fama llegaría tarde, dependió económicamente de sus padres hasta la edad de 53 años, pero seria en sus últimos 20 años de vida cuando los encargos de sus obras se multiplicarían, en ocasiones tanto que llegaría a destruir las planchas originales que usaba para imprimir sus obras para que no se reprodujera mas una obra determinada y perdiesen su valor.
Y a día de hoy podemos seguir disfrutando de su obra en museos de todo el mundo, de un museo dedicado exclusivamente a él en la ciudad de La Haya, de escenas de películas inspiradas en sus ilusiones ópticas como en la película “Labyrinth” donde David Bowie sorprende a una joven Jennifer Connelly apareciendo y desapareciendo entre escaleras imposibles, las escenas con arquitectura imposible en “Inception”, fuente de inspiración sería también para series de televisión, videojuegos, portadas de discos y anuncios publicitarios de todo el mundo.
Autor | Facundo L. (@netherfacts)
Fuentes | Escher in het paleis
Imágenes | Escher in het Paleis, W. Commons, Facundo L (@facundo_longo)
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