El siglo X históricamente se caracteriza por el feudalismo, una sociedad rígidamente jerarquizada y el poder de la religión. Ya en el siglo XI las distintas formas artísticas de Europa occidental parecen unificarse en un estilo que, aunque con peculiaridades en cada territorio, podemos considerar el primer estilo universal de Europa: el románico.
Sabías que… las principales causas de la formación y expansión de este estilo artístico son: la reforma de la regla benedictina por la Orden de Cluny, que contribuye a la unificación de la vida monástica; y la generalización del peregrinaje, sobre todo a las ciudades de Roma y de Santiago de Compostela. Por lo tanto, se tratará de un arte esencialmente sacro.
La Iglesia desempeña un papel muy importante en esta época. El monasterio se convierte ahora en un centro económico y cultural cuya vida se rige por la Regla de San Benito (o regla benedictina), cuyos principios fundamentales son la pobreza, la obediencia y la castidad. Su lema “Ora et labora” sometía a los monjes a la ocupación en la oración, el trabajo intelectual y manual y el descanso. Pero esta forma de hacer fue perdiendo peso con el paso del tiempo y desde el monasterio de Cluny se realizó una reforma de la regla que se impondría a lo largo del siglo y que buscaba el retorno a los ideales benedictinos, poniendo el acento en la liturgia y la oración.
No es un estilo que aporte nuevas soluciones constructivas o figurativas, sino que su importancia se debe a esa unificación de tradiciones a la que se ha hecho referencia anteriormente. Su nombre, utilizado por primera vez a principios del siglo XIX, es una adaptación de la palabra francesa “roman” que, en realidad, es el equivalente del término “romance” (opuesto a lo germánico y más cercano a la tradición clásica). Cronológicamente se desarrolló entre los siglos XI y XII e incluso comienzos del XIII en algunos lugares.
Las obras arquitectónicas más importantes de este periodo son los templos o iglesias y monasterios (dentro de los cuales destacan el claustro y el templo).
Elementos arquitectónicos
Dentro de la arquitectura románica, que se realiza siempre en piedra, se dan todos los tipos de bóveda de las escuelas prerrománicas y las cubiertas de madera, pero lo que más destaca ahora es el uso sistemático de la bóveda de cañón reforzada por arcos fajones, que exigirá una adaptación del resto de la arquitectura.
Para aguantar este tipo de bóveda, además de los arcos fajones apoyados en pilares y los contrafuertes exteriores, son necesarios unos muros muy gruesos o espesos que puedan soportar su empuje. Además, siguiendo su forma, los arcos son de medio punto. En cuanto a los huecos horadados en los muros, su tamaño debía ser el menor posible para no debilitarlos y estarán formados por varios arcos de medio punto que irán disminuyendo su tamaño. Exteriormente, la arquitectura se decora con cornisas, bandas lombardas, pilastras, arquerías ciegas o contrafuertes.
Por lo tanto, lo importante estructuralmente en la arquitectura románica es el muro, que además servirá de soporte para la escultura y la pintura mural.
El templo románico
En la planta de los templos románicos destaca su forma basilical (tres naves, siendo la central más ancha y alta) de cruz latina (aunque en ocasiones también puede ser central) y el ábside semicircular. Además, sobre el crucero suele levantarse un cimborrio cubierto por cúpula (por lo que para pasar de la planta cuadrada a la estructura circular es necesario el uso de trompas o pechinas) y las naves laterales suelen estar divididas en dos pisos, estando el de arriba (tribuna si es ancho y triforio si es estrecho) abierto.
La nave central, como se ha mencionado antes, se cubre con bóveda de cañón. Las naves laterales suelen estar cubiertas en su parte superior con cuadrantes cilíndricos y en su planta inferior con bóvedas de arista que son el resultado de la intersección de dos bóvedas de cañón.
Las columnas que separan las naves son ahora pilares de planta cruciforme, pues estos aguantan mucho mejor el peso, a los que se adosan diferentes tipos de columnas. Estos pilares se encuentran además unidos por los llamados arcos formeros.
Exteriormente, el campanario es el elemento más visible del templo románico. Estas torres suelen ser de planta cuadrada, aunque en algunas ocasiones son cilíndricas, y pueden levantarse tanto aisladas como adosadas al resto de la arquitectura.
Otro de los elementos más característicos del arte románico son las puertas o portadas, de las que destaca su monumentalidad, pero no por su tamaño, sino por la profusión de escultura que se encuentra en ellas y en sus tímpanos semicirculares. Normalmente la entrada principal se encuentra al oeste, tiene un aspecto abocinado al igual que las ventanas al estar formada por arquivoltas y si es muy ancha puede estar dividida por un parteluz o mainel.
El monasterio
Los monasterios románicos se encuentran construidos lejos de las poblaciones y en ellos destacan los claustros, núcleo de la vida monástica.
Se trata de una amplia galería que sirve para unir las estancias y rodea un gran patio, normalmente de forma cuadrada. Adosado a un lado de la iglesia, se comunica con las dependencias principales del monasterio.
Bibliografía | BOROBIO, L.: Historia sencilla del arte, Rialp, 2002 | TARABRA, D.: Saber ver los estilos del arte, Electa, 2009 | TOMAN, R.: El románico, H. F. Ullman, 2007 | VV.AA.:Historia del arte de la Antigua Edad Media, Editorial Ramón Areces, 2009
En colaboración con iHA| Miriam Bueno
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