El Lazio, región que engloba a Roma, no era una zona muy rica pero daba paso ente Etruria y Campania y estaba rodeada de los montes Albanos. Por lo que adquirió interés para los etruscos. La cultura lacial fue un híbrido que tomó préstamos de las culturas del sur no-indoeuropeas y de la cultura de Villanova durante la Edad del Hierro. Como se puede observar en sus ritos de enterramiento, una mezcla entre la inhumación y la incineración. Realizados a través de las denominadas «urnas casa» que reproducían el mundo de los vivos con sus ajuares en miniatura, entre los que destacaba la figura que representaba al difunto.
Roma se encuentra en el lado noroccidental del Lazio, a orillas del Tiber. Protegida de los ataques marítimos, instaló su salida al mar en el puerto de Ostia a veinticinco kilómetros de distancia. El río penetraba en la ciudad por la margen izquierda, la isla Teberina era el único paso terrestre entre Roma y el Lazio. Aunque históricamente Roma estuvo compuesta por las siete colinas, realmente son más. La arqueología de la zona nos muestra una ocupación del enclave romano desde el siglo X a.C. de forma sistemática. Aunque se pude determinar que el movimiento se produjo en las colinas, no en las zonas bajas. Se observa la construcción de empalizadas en los altos de las diferentes colinas, ya que entre ellas se producían estancamientos de aguas insalubres portadoras de enfermedades. Sobre uno de estos arroyos, el Velabro, se construyó el foro de la ciudad. Una de las mayores obras de ingeniería realizadas durante la Monarquía fue la desecación y pavimentación de estas zonas anegadas.
“Entonces el Velabro, por donde hoy suelen realizarse los desfiles triunfales al Circo, no era otra cosa que sauces y cañas vacías»
(Ovidio, Fasti, VI).
Sabias que… existen varias teorías al respecto sobre la expansión urbana de la ciudad en la zona. Para la escuela sueca, encabezada por E. Gjerstad, se produjo una preeminencia de la colina del Palatino entorno a la cual se articuló la ciudad. Mientras que para la escuela italiana, representada por M. Pallotino, no existió una colina que destacase sobre las demás.
Lo cierto es que a partir del siglo VIII a.C. el enclave primitivo comenzó a expandirse por las depresiones entre colinas, las diferentes aldeas se agruparon en una federación llamada ‘Septimontium‘. Una federación de aldeas amuralladas en lo alto de las colinas que se aliaron contra los etruscos. Hasta llegar a constituir la Liga latina que comprendía a todas las ciudades del Lazio, con culto común a Júpiter y capital en Alba-Longa. Las colinas del Quirinal, el Aventino y el Capitolio no formaban parte de la Liga, ya que allí no habitaban latinos, sino sabinos. Éste será el origen de la urbs geminata (la ciudad dividida en dos). La ceremonia de los Septimontium se conmemoraba con la celebración de una procesión entre las colinas, el once de diciembre, realizada durante toda la historia de Roma.
A partir del siglo VIII y VII a.C. se observaban dos sistemas de organización: el domus (una unidad familiar) y el pagus (una unidad agrícola y económica superior al domus). La gens supondrá un sistema de organización anterior al Estado, estableciendo vínculos consanguíneos, reales o no, con un antepasado mítico común. Se trataba de un vínculo cerrado al que se accedía en caso de matrimonio por parte de las mujeres. O a través de la cooptatio y adscriptio (votación de los miembros de la gens) en el caso de los hombres. En cuyo caso se debía realizar la ceremonia de acceso, la detestatio sacrorum, o renuncia de los antepasados y de la gens anterior, por parte del nuevo miembro.
La fórmula para adquirir poder político dentro de la gens sería por el sistema de clientela (un cliente es ‘aquél que obedece’). Quién se encontraba fuera de la gens no tenía derecho a participar en ninguna actividad. Por lo que adscribiese como cliente en una gens permitía a los individuos estar bajo el protectorado de un patronus. Se da así forma a un sistema de organización social patriarcal cuyo máximo exponente era el pater familias.
Los gentiles se reconocían por su nombre, el denominado tria nomina de origen etrusco: preanomen (de algún antepasado), nomen (nombre de la gens -ius) y cognomen (nombre propio del individuo). A las mujeres sólo se las conocía por el nomen, la mujer era propiedad de la gens.
A la llegada de los etruscos a Roma se encuentran con un Senado, muy anterior a Rómulo. Hasta las sociedades más básicas cuentan con un consejo de ancianos. Los senadores eran denominados patres, y sus hijos patricios. Considerados a sí mismos como los verdaderos romanos en cuyas manos recaía el poder durante el interregnus (períodos en los que no había rey y era el Senado quien gobernaba). De esta forma los reyes etruscos se vieron obligados a pelear con el Senado para alcanzar un equilibrio de poderes.
Bibliografía| Dave Meler, Los albores de la civilización, ed. iHe, 2014 Zaragoza.
Imágenes| W. Commons
También en iHA| El origen de Roma (I): mitos y leyendas