MING: El Imperio Dorado
Del 16 de marzo al 11 de junio de 2017
La Obra Social ”la Caixa” ha prestado históricamente especial atención a las grandes culturas del pasado. En esta exposición los visitantes descubrirán los grandes avances artísticos, sociales y económicos que permiten definir el periodo de gobierno de la dinastía Ming como el imperio dorado de la historia china. La muestra se estructura en cuatro ámbitos, cuatro recorridos por el arte, la cultura y la sociedad de la época.
La exposición presenta un total de 126 objetos de las impresionantes colecciones del Museo de Nankín, como singulares cerámicas Ming, pinturas y obras de los artistas más prestigiosos de la época, exquisitas joyas, y textiles y obras de esmalte, dorado y porcelana que nunca antes se habían visto en España.
‘Gran resplandor’, este es el significado de la expresión china Da Ming, que da nombre a la dinastía que dominó China durante cerca de tres siglos. De 1368 a 1644, dieciséis emperadores de la familia Zhu gobernaron una población que pasó de 65 a unos 175 millones de personas.
Este mandato tan prolongado y estable proporcionó una sólida base para la creatividad y el progreso social, lo que condujo a las excepcionales transformaciones artísticas, sociales y económicas que se analizan en esta gran exposición.
El poder imperial y la vida en la corte
En el centro neurálgico del imperio chino durante la dinastía Ming se encontraba el emperador. Considerado como un ser semidivino: el Hijo del Cielo. Que vivía aislado de la mayor parte de la sociedad, en enormes complejos palaciegos, rodeado de una corte inmensa de funcionarios, guardias y criados. Una existencia dominada por los rituales, el protocolo y una rígida jerarquía. Aunque el emperador Ming poseía un gran poder, a menudo su capacidad para ejercerlo quedaba limitada por las exigencias e intrigas de la corte.
Objetos rituales
Los rituales eran parte integral de la vida cortesana. En función de la época del año o de la ocasión, los rituales se realizaban en distintos templos o altares. Los recipientes relacionados con estas ceremonias, dedicadas al cielo, a la tierra, al sol y a la luna, solían ser de porcelana o de cobre esmaltado. Muchas formas de arte decorativo se perfeccionaron o desarrollaron a raíz del mecenazgo imperial y la regulación oficial. La vida en la corte estaba sujeta a una estricta jerarquía, lo que queda demostrado, entre otros aspectos, por el riguroso uso del simbolismo en los objetos cotidianos.
La sociedad ideal
La dinastía Ming subrayó la importancia de los papeles tradicionales en una sociedad ordenada bajo la jerarquía de cuatro clases: funcionarios, artesanos y comerciantes, hombres con una educación reglada y campesinos. Aunque variaba notablemente en función de las clases sociales, o entre la ciudad y el campo y entre las distintas zonas del imperio, la vida de las mujeres se regía por estrictas convenciones morales y sociales basadas en las «tres obediencias». Este era un antiguo concepto confucionista por el que las mujeres debían vivir primero obedeciendo al padre, después al marido y, por último, al hijo. El verdadero triunfo del gentilhombre Ming era poseer talento para las artes de la caligrafía, la poesía y la pintura, y tener la capacidad de apreciar las cualidades de esas artes.
Mercancías, dinero y comerciantes
A pesar de la ambición de los primeros emperadores Ming de crear una sociedad ideal, China empezó a cambiar. A mediados del siglo xv, el excedente agrícola ya se transformaba en dinero y el comercio se extendía con mucha rapidez. Crecían los pueblos y las ciudades, al igual que las fortunas personales. El arte, la cultura y las cosas más bellas de la vida se convirtieron en bienes de consumo, en unos testimonios de la riqueza que era necesario disputarse en busca de respetabilidad.
Tributos, comercio y amenazas
La dinastía Ming administraba un imperio vastísimo que dominaba Asia meridional y oriental, y esperaba que los demás estados reconociesen ese poder mediante el intercambio de tributos, una forma de comercio. No obstante, el imperio era difícil de gobernar y vulnerable a la interferencia extranjera. Las nuevas rutas marítimas desde Europa llevaron hasta China a comerciantes de Portugal, de España, de los Países Bajos y de Inglaterra que, con una concepción despiadada de la competencia, pronto lograron hacerse con su parcela. A mediados del siglo XVI, los comerciantes europeos se convirtieron en una nueva amenaza. Un proceso que el Gobierno centralizado de los Ming no supo controlar.
Calle de José Anselmo Clavé, 4, 50004, Zaragoza
Horario
De lunes a domingo, de 10 a 20 h
Precios
Entrada gratuita para clientes de ”la Caixa”. Entrada para no clientes de ”la Caixa”: 4 € (incluye el acceso a todas las exposiciones). Entrada gratuita para menores de 16 años
Fuentes | Mer Arruebo, Fundació La Caixa
Imágenes | Iván H.
En iHA | Historia de China
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