Para aquellos que se preguntan cuál fue el origen de esta melancólica forma de expresión musical, decirles que debemos remontarnos a mediados del siglo XIX.
Un nombre: María Severa Onofriana. De Severa se cuentan muchas historias, algunas leyendas urbanas, otras ciertas. Hija de taberneros, de una belleza inusual y dotada de una voz cautivadora, pasaba los días ayudando en la taberna familiar. En sus ratos libres, solía animar las noches de muchas tertulias de barrio cantando con la cadencia triste y melancólica de sus canciones. Decenas de tabernas se hicieron célebres en su época gracias a su asidua presencia y a su peculiar forma de interpretar el alma lisboeta. Se sabe que antes de establecerse definitivamente en Rua Suja -actual Rua do Capelao-, lugar frecuentado por marineros portugueses e ingleses, deambuló por diversos sitios emblemáticos de Lisboa como el Barrio Alto. Desde bien joven se caracterizó por un estilo de vida bohemio y de excesos. Severa a pesar de haber fallecido muy joven está considerada la fundadora del fado lisboeta. Considerada en su época la expresión máxima del fado, su aura de misterio se extiende hoy hasta nuestros días. Convirtiendo a la joven lisboeta en la figura más mitológica del universo fadista. Leyenda alimentada por la ausencia de detalles concretos sobre su vida –así como de un retrato fidedigno que pueda perpetuar su figura-. Capaz de destrozar corazones con una sola mirada, se le conocen muchos amores. Entre ellos el del Conde de Vimioso, con quién protagonizó un tórrido romance. En el cuál a pesar del ardor pasional de la joven, el rico y famoso conde acabó abandonándola. Los historiadores más románticos afirman, que destrozada por el desprecio sufrido, acabó enfermando gravemente de desazón, y falleció de tuberculosis poco tiempo después. Incluso se llega a decir que sus últimas palabras fueron “Muero, sin haber nunca vivido”. Hoy en día aún se conserva una inscripción en la residencia de la fadista donde se indica “Casa de Severa” y en la empedrada calzada lisboeta se observa el dibujo de una guitarra portuguesa en honor a la joven.
Sabías que… Tras su muerte la fama de Severa se fue acrecentando hasta que Julio Dantas (médico y poeta) publicó su novela A Severa, que posteriormente fue convertida en obra de teatro y finalmente adaptada al cine, convirtiéndose en la primera película sonora del cine portugués, dándole fama mundial.
Hoy en día conocida la legendaria historia de María Severa podemos afirmar del fado, sin ninguna duda, que se trata de la marca indisociable de la cultura y tradición de la capital lusa. Hecho de un lenguaje simple y sentimental, con influencias de diversas culturas llegadas de ultramar, que le aporta un carácter universal. El fado revive una segunda juventud con la nueva generación de fadistas portugueses que han decidido recuperar para deleite de los amantes de la música la canción tradicional portuguesa.
Declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 2011, el fado es la más pura expresión del “alma” de Lisboa, la manifestación del sentir portugués y del modo de vida de una ciudad. Hecho de un lenguaje simple y sentimental, con influencias de diversas culturas llegadas de ultramar, que le aporta un carácter universal. El reconocimiento de la UNESCO hace del fado un ejemplo perfecto de cómo una tradición secular de una ciudad se convierte en símbolo de identidad de un pueblo. Con la expresión de “Silencio, se va a cantar el fado” no sólo se da comienzo a una expresión artística, sino que se expresa una forma de vida.
Fuentes| Turismo de Portugal, Museu do Fado
Imagen| W. Commons