Las técnicas de exploración a distancia a través de rayos láser están revolucionando la arqueología. Utilizadas para detectar características del terreno que de otro modo serían invisibles, esta técnica digital, extrae la vegetación para ofrecer una imagen limpia de la superficie terrestre.
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En el estado alemán de Hesse los arqueólogos han estado investigando durante décadas la meseta de Glauberg, un punto caliente donde se registran asentamientos desde hace unos 7.000 años. La meseta estuvo habitada por celtas y los alamanes, y en la Edad Media se construyeron castillos que pretendían alcanzar el cielo.
Como consecuencia el lugar se ha convertido en fuente inagotable de descubrimientos para los investigadores. En 1996, se hizo el sensacional descubrimiento de una estatua perfectamente conservada de un guerrero celta, conocida como: ‘el príncipe celta de Glauberg’.
Se consideraba poco probable que el montículo pudiera ofrecer más sorpresas. Al menos esa fue la hipótesis hasta que se aplicó esta nueva técnica, conocida como LIDAR, que ofrece una imagen tridimensional de la superficie de la tierra desnuda, incluyendo formaciones geométricas que delatan las estructuras que pueden estar ocultas bajo tierra.
La sorpresa de los arqueólogos fue mayúscula en Glauberg. A primera vista, reconocieron alrededor de una docena de potenciales túmulos funerarios desconocidos hasta ahora.
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Glauberg no es el único sitio donde esta nueva técnica ha sacado a la luz puntos de interés arqueológico. El valle de Boyne, en Irlanda, contiene tres monumentos prehistóricos que forman parte de la Brú na Bóinne. Una vez escaneada la zona con el LIDAR aparecen una serie de pequeños montículos, posibles tumbas funerarias o movimientos de tierras de la Edad de Piedra. El mapa se llenó prácticamente con los puntos de potencial interés arqueológico.
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La tecnología LIDAR también ha permitido a los arqueólogos hacer descubrimientos sorprendentes en lugares más oscuros. Por ejemplo, en un bosque cerca de Göppingen, en la zona sudoccidental de Alemania, se han encontrado todo un sistema de fortificaciones enterradas, completamente invisibles a nivel del suelo.
Hasta ahora los arqueólogos habían utilizado sólo palas, picos y cepillos en su búsqueda de reliquias del pasado. Posteriormente comenzaron a utilizar otra herramienta: las imágenes aéreas. Lo que les permitió descubrir rápidamente muchas de las estructuras que sólo eran visibles a vista de pájaro.
Ahora la tecnología LIDAR proporciona además imágenes precisas en 3-D, eliminando de la ecuación la vegetación. Lo que es más, permite capturar imágenes de extensiones masivas de terreno de un solo golpe. En una zona como el Bosque Negro se han pasado de 3000 sitios arqueológicos conocidos a 36000 lugares potenciales.
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Es más, hay una serie de nuevas tecnologías que permiten reconocer estructuras subterráneas sin tener que mover montañas de tierra. El georradar, puede investigar zanjas u otras depresiones hasta una profundidad de dos metros. Del mismo modo, la inducción electromagnética se adapta bien a la búsqueda de estructuras enterradas.
En los próximos años, podrían convertirse en métodos estándar para la investigación arqueológica del pasado.
«Una revolución está teniendo lugar actualmente en la teledetección arqueologíca».
Fuente: spiegel
Un comentario
Ojalá algún día podamos sacar a la luz todos los tesoros ocultos de la historia….