Cuando en el siglo IV d.C. el obispo Nicolás transformó la ciudad bizantina de Myra en una capital cristiana, nada hacía presagiar el fatal desenlace de la ciudad mediterránea.
El obispo cristiano sería canonizado posteriormente como el famoso San Nicolás, asociado con el personaje que trae regalos a los niños en Navidad. Y Myra se convirtió en un importante centro de peregrinaje del Imperio Bizantino durante 800 años. Hasta que un alud de tierra y barro, provocado por el desbordamiento del río Myros, sepultó la ciudad bajo 18 metros de lodo y escombros.
Los restos de la Iglesia de San Nicolás, partes del anfiteatro romano y algunas tumbas cortadas en las colinas rocosas de las proximidades eran los únicos vestigios de la desaparecida ciudad. Pero gracias a los trabajos de los arqueólogos, 700 años después, Myra ve de nuevo la luz.
Detectada por primera vez en 2009, el radar revelaba anomalías que indicaban la presencia de paredes y edificios de la antigua ciudad. Hasta ahora las excavaciones han descubierto una pequeña capilla del siglo XIII, en un impresionante estado de conservación. En el lado este de la capilla, tallada en la pared, se encuentra una abertura que refleja la luz del sol sobre el altar en forma de cruz a lo largo de todo el trayecto solar. Y las paredes interiores se hallan recubiertas de unos frescos bastante inusuales en Anatolia.
La integridad estructural de la capilla sugiere que gran parte de Myra puede estar intacta bajo tierra.»Esto significa que podemos estar ante la ciudad original, al igual que en Pompeya«, dijo Nevzat Cevik, arqueólogo de la Universidad de Akdeniz, director de las excavaciones en Myra.
Ocupada por lo menos desde el siglo IV a.C., Myra fue una de las ciudades más poderosas de Licia, con una cultura autóctona que tenía sus raíces en la Edad del Bronce. Invadida por los persas, helenizada por los griegos y finalmente controlada por los romanos. Pero Myra también fue el centro de ataques y acoso por parte de invasores. Entre los siglos VII y IX sufrió el acoso de los pueblos árabes, hasta que en el siglo XI, los turcos selyúcidas se hicieron con el control de la ciudad.
Hasta ahora el único vestigio bizantino de la ciudad era la Iglesia de San Nicolás, construida en el siglo V d.C. sufrió varias reconstrucciones. Se cree que los restos del santo descansaban en su capilla y eran foco de peregrinación de todo el Mediterráneo. Pero según las leyendas la invasión turca provocó el traslado de los restos hasta Bari, por orden del Papa, a manos de unos comerciantes.
Gran parte de los restos de la antigua ciudad de Myra se encuentran bajo los edificios de la moderna ciudad de Demre, por lo que los arqueólogos no están seguros de poder llegar a desenterrar la ciudad al completo.
Fuente| denverpost.com
En colaboración con iHistoriArte| Dave Meler
2 respuestas
Muy interesante. El articulo esta chulo. Sigue asi. Me gusta mucho tus articuloshacen que la historia
no sea aburrida.