Cuando un piensa en Miguel Ángel, el genial pintor del siglo XV/XVI, le viene a la mente la Capilla Sixtina o cualquiera de sus grandes obras… arquitecto, escultor y pintor italiano del Renacimiento, considerado uno de los más grandes artistas de la historia tanto por sus esculturas como por sus pinturas y obra arquitectónica. Desarrolló su labor artística a lo largo de más de setenta años entre Florencia y Roma. Sin embargo resulta interesante descubrir que el pintor italiano expresaba sus dotes artísticas hasta en las tareas más mundanas.
Sirva de ejemplo una de las listas de la compra conservadas del genio toscano, donde no sólo se conformaba con escribir los productos de los que precisaba sino que además se dedicaba a dibujarlos… Una de estas listas todavía existe hoy y es una parte de la exposición «Miguel Ángel Público y Privado: Dibujos para la Capilla Sixtina y otros tesoros de la Casa Buonarroti» en el Museo de Seattle
Al parecer el siervo que Miguel Ángel estaba enviando al mercado era analfabeta y por lo tanto el genio italiano decidió que la mejor manera de evitar equivocaciones sería ilustrar la lista de la compra con representaciones de los productos a adquirir: un arenque, tortelli, dos sopas de hinojo, cuatro anchoas y «un pequeño cuarto de un vino áspero». Dibujados con prisa, pero con un exquisito detalle estas caricaturas en pluma y tinta son una muestra más del genio que atesoraba el pintor.
Triunfó en todas las artes en las que trabajó, caracterizándose por su perfeccionismo. La escultura, según había declarado, era su predilecta y la primera a la que se dedicó; a continuación, la pintura, casi como una imposición por parte del papa Julio II, y que se concretó en una obra excepcional que magnífica la bóveda de la Capilla Sixtina; y ya en sus últimos años, realizó proyectos arquitectónicos.
Fuente| Museo de Seattle, ArcheologyMagazine